El papa Francisco celebró el Miércoles de Ceniza con una oración y una procesión solemne entre dos iglesias en una de las siete colinas de Roma.
El día marca el inicio del período anual de cuaresma antes de la Semana Santa. Entre los rituales del día está frotar ceniza en la frente de fieles como recordatorio de su mortalidad.
Vestido de púrpura, Francisco llevó su báculo pastoral mientras fue en procesión por la colina Aventino, cubierta de flores gracias a temperaturas inusualmente cálidas.
Al final de la breve procesión, y mientras un coro cantaba, Francisco entró a la basílica de Santa Sabina, una iglesia del siglo V considerada entre las más hermosas en Roma.
Francisco pronunció una homilía y untó cenizas a los fieles que estaban en el templo.