Más Información
Ken Salazar resalta colaboración de México-EU contra cambio climático; refuerza el liderazgo de América del Norte en la lucha
Erradicación de la violencia de género, prioridad de Olga Sánchez Cordero; aboga por la igualdad desde la infancia en congreso 50+1
Jueces y magistrados acusan registros “inflados” en inscripción a elección judicial; exigen transparentar listas de aspirantes
Diputada del PAN plantea reforma para ampliar servicios de atención infantil; va por estrategia enfocada en Primera Infancia
Mauricio Kuri garantiza seguridad tras ataque a bar Los Cantaritos; niega que conflicto de otros estados se traslade a Querétaro
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, prometió ayer “una de las reconstrucciones militares más grandes de la historia” y enarboló la bandera del nacionalismo visceral, en su discurso en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), donde se dio un baño de masas y consagró el “trumpismo” como ideología principal del Partido Republicano.
Hace un año, en plena campaña de primarias para las presidenciales, Trump declinó participar en el encuentro, lo que desató críticas.
En ese entonces nadie creía en sus opciones de triunfo en los comicios de noviembre. Ahora, como presidente de Estados Unidos, todo ha cambiado.
“No represento al globo. Represento a nuestro país”, dijo ayer en Maryland ante los vítores de sus seguidores, ante quienes externó su distanciamiento del multilateralismo hasta ahora enarbolado por EU. “No existe una moneda global” o “una bandera global”, dijo.
Entre las promesas, destacó la referencia a la recuperación del poder militar de EU. Desde hace tiempo Trump se queja de que el ejército está en su peor momento en décadas, desatendido y anticuado. “Nadie se va a meter con nosotros. Nadie. Será una de las mayores reconstrucciones militares en la historia de este país... Serán mejores y mayores y más fuertes que antes. Con suerte nunca vamos a tener que usarla, pero nadie se va a meter con nosotros, nadie”, dijo, al señalar que mejorará tanto la capacidad defensiva como la ofensiva del país. “¿Cuánto hace que no ganamos una guerra, o algo?”, preguntó de forma retórica.
Un día antes había dicho que no permitirá que el país perdiera su hegemonía nuclear, dejando la puerta abierta a incrementar el arsenal atómico.
Ante el CPAC, Trump hizo gala de sus mejores éxitos y de su condición de “outsider”, el que llegó para cambiarlo todo. Incluso, la ideología de la base republicana, en la que años atrás había una amalgama de corrientes conservadoras (moderados y libertarios, entre otros), ahora impera el trumpismo. “Por fin tienen presidente”, declaró. “Se acabó la era de las palabras vacías”, añadió.
El mandatario no dejó fuera de su discurso ninguna de las promesas electorales que, afirmó, pretende cumplir: alertó de los peligros de la inmigración, aseguró que la seguridad era prioritaria, explicó que está trabajando en la desregulación, el fin de la reforma sanitaria de Barack Obama y en recortes fiscales.
El presidente, amante de la aclamación popular, encontró en CPAC la energía que necesitaba para contrarrestar la erosión constante que vive su administración, salpicada por las crisis y con muchos frentes abiertos. “El partido está más unido que nunca”, dijo el presidente de CPAC, Matt Schlapp, antes de dar paso al discurso de Trump.
La asesora principal del mandatario, Kellyanne Conway, bromeó con que las siglas del encuentro deberían cambiar: la C de Conservador debería ser ahora una T de Trump, y pasar de CPAC a TPAC en honor al presidente y su ideología. “El futuro es nuestro. Estados Unidos será más grande y fuerte que nunca”, resumió Trump al acabar su discurso.