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Donald Trump tomó protesta como Presidente de Estados Unidos el pasado 20 de enero y a menos de un mes de su investidura, el mandatario ya se ha encargado de hacerse de enemigos.
Incluso antes de ser presidente, el magnate ya había cosechado enemistades de países que son denominados como potencias.
El pasado 2 de enero, el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un anunció que su país estaba cerca de realizar un ensayo nuclear de tecnología balística transcontinental (que, en teoría, podría llegar a EU). La respuesta de Trump a través de Twitter fue tajante: “Corea del Norte acaba de declarar que está en las etapas finales de desarrollar un arma nuclear capaz de alcanzar partes de Estados Unidos. ¡Eso no pasará!”.
Dentro de esta guerra de declaraciones, Trump arremetió contra China por apoyar a Corea del Norte y por su política comercial y monetaria, pues considera que la devaluación del yuan por las autoridades chinas es “devastadora” para la economía de Estados Unidos.
Como de costumbre, el magnate neoyorquino usó su cuenta de Twitter para criticar al país asiático: “China ha estado tomando enormes cantidades de dinero y riqueza de Estados Unidos, pero no ayudará con Corea del Norte. ¡Qué bonito!".
Durante su campaña, Trump llamó al líder norcerano Kim Joung-un “maníaco” aunque no aclaró si esa descripción era del todo negativa, pues acto seguido, dijo había que dar “crédito” al líder norcoreano.
Durante décadas, uno de los desencadenantes del malestar de Pyongyang han sido los ejercicios militares conjuntos que Corea del Sur y Estados Unidos llevan a cabo anualmente.
Las “amenazas” de Trump no intimidaron a Corea del Norte, pues el pasado 12 de febrero Corea del Sur denunció que su vecino lanzó un misil balístico.
El disparo, el primero desde la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, fue considerado como un desafío de Corea del Norte hacia el nuevo gobierno estadounidense.
Según autoridades surcoreanas, el misil fue lanzado con dirección al mar de Japón desde la provincia de Pionyang del Norte. El líder norcoreano Kim Jong-un estuvo presente en el lanzamiento y afirmó que la industria misilística de su país tiene un desarrollo confiable con diseños propios y no se limita a copiar.
El Servicio de Inteligencia Nacional de Corea del Sur (NIS, por sus siglas en inglés) dijo que el misil Pukguksong-2, lanzado por Corea del Norte es capaz de recorrer más de dos mil kilómetros.
Durante el ensayo, el misil voló unos 500 kilómetros, alcanzado una velocidad hipersónica de 8.5 mach, antes de caer en el mar, indicó el servicio de inteligencia, citado por la agencia surcoreana de noticias Yonhap.
El análisis de la agencia de inteligencia mostró que el misil cuenta con capacidades mejoradas y tal avance en las tecnologías de misiles de Corea del Norte hará también que Estados Unidos esté más alerta, advirtió el diputado del Parlamento surcoreano, Lee Cheol-woo.
El lanzamiento ocurrió en el marco de la reunión del mandatario estadounidense Donald Trump con el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, quien calificó la prueba de “absolutamente intolerable”.
"El último lanzamiento de misil de Corea del Norte es absolutamente intolerable", dijo Abe a través de un traductor. El primer ministro añadió que Pyongyang debe cumplir por completo las resoluciones al respecto del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y señaló que Trump le había asegurado que Estados Unidos apoyaba a Japón.
"El presidente Trump y yo compartimos por completo la opinión de que vamos a fomentar una mayor cooperación entre los dos países. Y también vamos a reforzar nuestra alianza", añadió.
Después, Trump hizo una breve declaración.
"Sólo quiero que todo el mundo entienda y le quede claro que los Estados Unidos de América apoyan a Japón, su gran aliado, al 100%", dijo.
Los mandatarios abandonaron entonces la sala, algo un tanto sorprendente dado que Trump, habitualmente muy expresivo, no condenó ni denunció el lanzamiento.
Un día después del lanzamiento del misil norcoreano, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se reunió en sesión extraordinaria para abordar el último desafío de Pyongyang, a petición de Japón, Corea del Sur y Estados Unidos.
El Consejo de Seguridad condenó por unanimidad el lanzamiento del misil norcoreano, denunció la infracción de seis de sus resoluciones y advirtió sobre su disposición a adoptar “medidas significativas” contra Pyongyang.
Inmediatamente, Corea del Norte rechazó la condena del Consejo de Seguridad e insistió en que todos sus ensayos son “medidas defensivas” para proteger la soberanía nacional y la seguridad de la población contra las amenazas de fuerzas hostiles.
El poder misilístico de Corea del Norte
La tensión en la región ha escalado desde que Corea del Norte realizó el 6 de enero de 2016 su cuarta prueba nuclear y la primera en la que utilizó una bomba de hidrógeno, seguida un mes después del lanzamiento de un cohete de largo alcance.
Corea del Norte, que se proclamó potencia nuclear en 2005, también ha realizado ensayos atómicos subterráneos en 2006, 2009, 2013 y en septiembre de 2016, violando cuatro resoluciones anteriores adoptadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Pyongyang argumenta que la presencia de miles de soldados estadunidenses en Corea del Sur y la política “hostil” de Washington justifican su búsqueda de armas nucleares y misiles de largo alcance.
El futuro de las relaciones que Pyongyang mantendrá con Seúl, Tokio o Washington está rodeado de incertidumbre ante la llegada al poder en Estados Unidos de la Administración de Donald Trump, cuya estrategia para lidiar con el díscolo país es aún una incógnita, o el previsible cambio de Gobierno que tendrá lugar en Corea del Sur este año.
El Gobierno de Donald Trump también impuso sanciones a Irán por el ensayo de un misil de medio alcance a finales de enero, que técnicamente no era una violación del acuerdo nuclear multinacional de 2015 en el que participa Estados Unidos.
Con información de agencias