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El partido español de izquierdas Podemos dio ayer el poder a Pablo Iglesias en la pugna que mantenía por el liderazgo con su hasta ahora lugarteniente, Íñigo Errejón, y afronta ahora el reto de la unidad entre sectores que en las últimas semanas han demostrado un fuerte enfrentamiento.
Creado en 2014 para recoger parte del descontento social con los políticos tradicionales Podemos ha experimentado en estos tres años una crisis de crecimiento, puesto que ha entrado en las instituciones, pero todavía tiene un alma callejera y de movilización.
Esas dos caras y la estrategia que la sustenta estaban en la base de la disputa entre Iglesias, defensor de la presión social como arma política, y Errejón, más partidario del trabajo en las instituciones.
Aunque Errejón no era candidato a la secretaría general frente a Iglesias, presentó una lista alternativa al principal órgano directivo, el Consejo Ciudadano, que ha sido derrotada.
La candidatura de Iglesias logró 50.58% de los votos (37 vocales) frente a 33.68% de la lista de Errejón (23 vocales), además de dos vocales obtenidos por la candidatura de un sector conocido como anticapitalistas.
La lucha de fondo también se daba en la votación de los documentos sobre el modelo de partido y la estrategia política, en los que el sector de Iglesias también se ha impuesto.
Iglesias había amenazado con renunciar a la secretaría general si sus documentos eran rechazados.
Un tercio de los cerca de 450 mil inscritos ha participado en este congreso de Podemos, que es la tercera fuerza parlamentaria en España, aunque las encuestas le sitúan en segundo lugar, por detrás del gobernante PP (centroderecha) y por encima del PSOE.
Durante todo el fin de semana los asistentes al congreso han gritado en favor de la unidad, un síntoma del temor al cisma en este partido, en especial después de que en varias federaciones territoriales se hayan producido ceses y destituciones en cargos públicos en minoría.
“Esta asamblea nos ha dado una orden: unidad y humildad. Y la vamos a cumplir”, dijo el líder después de que se anunciaran los resultados. Los 8 mil asistentes respondieron con el grito de: “¡Sí se puede!”.
Iglesias, de 38 años, se comprometió a trabajar por llevar al Parlamento las demandas de la sociedad civil y para “seguir siendo” la oposición al PP.
“Aquí hay un partido del siglo XXI que avanza con otros y con la gente, frente a otros se atrincheran”, subrayó Iglesias, quien dijo que quiere un Podemos “coral, más femenino, unitario, fraterno y unido”, convencido de que el “viento de cambio sigue soplando”.
El ahora “número dos” de Podemos, Íñigo Errejón, de 33 años, siguió la misma línea de su rival y aseguró que el mandato de la asamblea ha sido “unidad” y “pluralidad” para ser la alternativa al gobierno del PP.
“Estoy convencido de que va a prevalecer la sabiduría de que somos más fuertes cuando integramos”, dijo.
El antiguo amigo, ahora parte del sector derrotado, no quiso hablar de la posibilidad de una “purga” entre sus seguidores y se mostró convencido de que primará la “responsabilidad. Será la nueva dirección la que decida dónde sitúa a las personas”. Los resultados anunciados ayer en la asamblea muestran que el carismático secretario general no sólo evitó la derrota, sino que reforzó su poder y su imagen apenas sufrió por la guerra abierta que mantiene desde hace semanas con Errejón en un tono cada vez más virulento.
El cónclave terminó con un frío abrazo entre ambos y la imagen de Iglesias cantando junto a otros líderes fieles como Irene Montero o Rafael Mayoral, mientras que Errejón se mantuvo apartado.