Las ciudades de la frontera sur de Estados Unidos, dependientes en gran medida de las compras de sus vecinos mexicanos, están hoy en vilo a la espera de las decisiones que en materia comercial aplique el presidente estadounidense, Donald Trump, respecto a la relación con México.

"Estamos a la expectativa de qué es lo que puede ocurrir en términos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)", señaló el vicepresidente de la Cámara de Comercio de la ciudad fronteriza de McAllen (Texas), Luís Cantú, que aseguró que es un acuerdo que ayuda a promover los negocios entre todas las partes de un modo "más acelerado y justo".

Esta misma semana, Trump anunció una serie de medidas para combatir la inmigración clandestina desde México y que pronto comenzará a renegociar con los líderes de ese país y de Canadá el TLCAN, firmado por los tres socios en 1992.

Su portavoz, Sean Spicer, aseguró el jueves que el gobernante estudia la posibilidad de imponer aranceles de hasta el 20 % a los productos mexicanos para contrarrestar el déficit de 60 mil millones de dólares anuales en el intercambio de EU con México, lo que podría generar una guerra comercial.

El objetivo de esos aranceles, que contravendrían los compromisos establecidos en el TLC, sería también sufragar la construcción del muro fronterizo prometido por Trump, cuyo coste se calcula entre 12 mil y 15 mil millones de dólares y que el magnate insiste en que debe pagar de un modo u otro México.

La renegociación del TLCAN fue otra de las promesas del magnate neoyorquino durante la campaña electoral, que considera "injusta" la relación comercial con México debido a dicho déficit.

Durante la campaña, Trump también se prodigó en ataques a los inmigrantes mexicanos, de los que llegó a decir que son narcotraficantes y violadores.

Para Cantú, este tipo de acciones y comentarios contradicen el trabajo diario de su departamento con los vecinos mexicanos, que se basa en forjar una relación de confianza con las poblaciones al otro lado del linde para que ambas partes salgan beneficiadas.

"Las comunidades a ambos lados de la frontera hemos sido ciudades hermanas en términos económicos, pero también en cultura y educación, durante los últimos 70 años", señaló el economista.

En concreto, y según datos de la propia Cámara de Comercio, más del 30 % de las ventas totales de los pequeños comercios de la texana McAllen son realizadas a clientes mexicanos, que viajan a la ciudad estadounidense de manera asidua para realizar todo tipo de compras.

El turismo comercial, como lo define Cantú, es uno de los principales motores de la economía de la mayoría de ciudades del Valle Grande, situado en la frontera con México.

No obstante, la depreciación del peso mexicano respecto al dólar, impulsada especialmente por la elección de Trump, así como sus continuos ataques a la sociedad mexicana están ya teniendo consecuencias en la situación económica de McAllen.

Esto lamenta Felipe Almagro, propietario de uno de los comercios de la calle Décima, una de las más comerciales de la ciudad, que apunta que, en su caso, más del 50 % de su facturación depende de las mujeres mexicanas que compran o alquilan vestidos de gala en su establecimiento.

Después del triunfo electoral de Trump, el dólar llegó a superar la temida barrera de los 20 pesos y se mantiene ahora por encima de los 21 pesos el dólar, frente a los 18,42 en que se encontraba antes de las elecciones estadounidenses.

Almagro relata que desde la elección de Trump como presidente, los vecinos mexicanos han ido disminuyendo sus viajes a McAllen y dice que esto podría suponer el cierre de "la mayoría" de comercios de la ciudad.

En este sentido, Candú recordó la importancia de poder contar con un país vecino que sea un aliado y que tenga estabilidad económica, por lo que se muestra más partidario de la filosofía de "los puentes abiertos" y no de la de "muros que nos dividen".

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