Nueva York.— Todo comenzó con una invitación vía Facebook. Frustrada por la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre, una abuela hawaiiana llamada Teresa Shook convocó esa noche a 40 amigas a través de esa red social a participar en una marcha en Washington el día posterior a la investidura.
Al día siguiente ya se habían sumado 40 mil personas. La cuota siguió creciendo y ayer se convirtió en un movimiento mundial e histórico que congregó a más de un millón de personas. La multirracial ciudad de Nueva York no podía ser la excepción. En las mismas calles en las que hace más de 100 años, en 1913, las mujeres marchaban para lograr su derecho al voto, ayer las nietas e hijas de aquellas guerreras salieron a la calle masivamente para luchar por la paz y defender sus derechos.
No sólo ellas, sino también sus esposos, amigos, amantes, vecinos, hijos, nietos y colegas. Desde las 11 de la mañana, hora convocada para salir de la Plaza Dag Hammarskjold, los ríos de gente no se hicieron esperar. Para el mediodía medios como la revista Time o el diario The New York Times hablaban de unos 200 mil participantes. Por la tarde, CNN cifró en 300 mil los asistentes.
La marcha no terminó frente a la Torre Trump, como estaba previsto, sino que siguió por las calles del Upper East Side. Coros como “oh, oh, oh, que se vaya Donald Trump” o el grito unísono de “tú no eres mi presidente” se escucharon una y otra vez. “Soy un neoyorquino comprometido con la libertad, que cree en la justicia, en la paz y estoy seguro de que Trump no va a durar más de un año en la presidencia. No podemos permitirlo, sus crímenes tienen que ser juzgados y tiene que pagar por ellos”, dijo el activista John Marlow a EL UNIVERSAL.
“Trump está generando mucho odio, pero en Nueva York y en el mundo somos más las personas buenas que queremos la paz y la libertad que los que apoyan este discurso de terror”, aseguró una mexicana indocumentada que trabaja como asistente de limpieza. La comunidad lésbica y gay tampoco faltó con sus banderas de colores, en este día histórico en el que surgió un verdadero adversario para Trump: la resistencia civil.