Washington.— Washington se convertirá este viernes en una metrópoli blindada. Más de 28 mil elementos de distintos cuerpos del Estado velarán por la seguridad durante la inauguración de la presidencia de Donald Trump, sostiene el Secretario de Seguridad Nacional, Jeh Johnson.

De acuerdo con analistas y documentos del Servicio de Investigación del Congreso estadounidense, el operativo incluirá desde la participación de la policía montada y las unidades de perros rastreadores de explosivos hasta el empleo de francotiradores, helicópteros y equipo de alta tecnología.

En las avenidas circundantes al evento se utilizarán obstáculos de hormigón móviles, así como camiones de basura y arena para prevenir un ataque con un vehículo motorizado como los ocurridos el año pasado en la capital alemana, Berlín, y el balneario francés de Niza.

De acuerdo con las autoridades locales, se espera que asistan a la inauguración del presidente 45 de la Unión Americana entre 700 mil y 900 mil espectadores, entre ellos todo el cuerpo diplomático basado en Washington, celebridades, amigos y miembros del equipo de Trump. Además, 99 grupos cuentan con autorización para manifestarse a favor o en contra durante la jornada, 10 veces más que en ceremonias anteriores.

“Los servicios de seguridad están preparados para brindar protección en acontecimientos con una alta concentración de personas”, dice a EL UNIVERSAL Fred Burton, quien desde hace tres décadas ha estado involucrado de distintas formas en la planificación de la seguridad desplegada durante el día de debut presidencial, que incluye la ceremonia y el desfile inaugural, así como bailes y galas de noche.

El experto de la consultora estadounidense en seguridad e inteligencia Stratfor afirma que las agencias que participan en idear el plan de seguridad diseñado con motivo del cambio de mando en la Casa Blanca (19, entre ellas el FBI, la Guardia Nacional, la Agencia de Seguridad Nacional y el Servicio Secreto de EU), cuentan con la experiencia acumulada al paso de los años. Además, tienen la ventaja de conocer perfectamente la zona, al tratarse de un ritual que periódicamente tiene lugar en la misma delimitación geográfica y en los mismos recintos.

“Lo que comenzó como un fuerte ha terminado por convertirse en una fortaleza cada vez más compleja y difícil de penetrar”, asegura Burton.

Aunque no hay una amenaza específica, los servicios no se confían. Según Burton, los blancos potencialmente más vulnerables son el sistema de transporte subterráneo y las inmediaciones del cordón de seguridad.

Cuando Obama asumió, en 2009, y cuando fue reelecto, en 2013, las agencias identificaron como peligro potencial a los grupos que defienden la supremacía blanca, como el Ku Klux Klan. En el caso de Trump, la amenaza potencial podría tener su origen en la polarización de la sociedad causada por los eventos de odio y racismo registrados durante la campaña. La posibilidad de éxito de un ataque de un lobo solitario es remota, dice Burton. Donde hay más riesgos es en los múltiples inmuebles del magnate dentro y fuera de EU, desde hoteles hasta campos de golf. “Estamos ante un terreno desconocido sobre cómo protegerlos”, indica Burton.

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