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Decenas de miles de personas salieron el domingo a las calles en ciudades en Brasil para protestar contra la corrupción y expresar su indignación por lo que dicen son intentos de los legisladores de amordazar a jueces y fiscales que tratan de procesar esos crímenes.
Los manifestantes, muchos vestidos con los colores de la bandera brasileña, se congregaron a lo largo de una céntrica avenida en Sao Paulo y junto a la playa de Copacabana, en Rio de Janeiro, entre otros sitios. Muchos llevaban camisetas o llevaban banderas en respaldo a Sergio Moro, el juez que ha encabezado una investigación sobre un esquema de sobornos en la compañía petrolera nacional, varios conglomerados de construcción y políticos.
La investigación, conocida como Operación Autolavado, ha choqueado a los brasileños tanto por la enorme escala de la corrupción revelada como por el compromiso del poder judicial con realizarla en un país donde muchos sienten que los ricos y poderosos actúan con impunidad.
Las protestas del sábado unieron a un variado grupo de manifestantes cuya causa común pareció ser repugnancia hacia los funcionarios electos. Los manifestantes representaban una vasta sección de un Brasil profundamente dividido. Además de quienes respaldaban la pesquisa, algunos llevaban carteles en demanda de la salida de sus cargos del presidente y los líderes del Congreso. Algunos pidieron el encarcelamiento de la expresidenta Dilma Rousseff, que ahora enfrenta cargos de corrupción. Y otros pedían el regreso a la dictadura militar.
Al menos 40 mil personas protestaron en varias ciudades brasileñas, de acuerdo con un estimado de la policía militar, publicado por el portal noticioso G1. Ese estimado no incluye cifras de Sao Paulo ni Rio, las dos mayores ciudades, ni de otras ciudades pequeñas.
Muchos esperaban que con la impugnación de Rousseff la política brasileña se estabilizase y las reformas propuestas por el nuevo presidente sacasen al país de la recesión. Pero esas reformas han sido recibidas con protestas significativas y la popularidad del presidente Michel Temer se ha desplomado, al tiempo que la crisis económica parece empeorar.
En medio de todo eso, nuevas acusaciones de corrupción contra funcionarios y ex funcionarios parecen aflorar cada semana. El escándalo ha tocado ya el gabinete de Temer, seis de cuyos miembros han renunciado. Y cada día crece más la furia por la magnitud de la corrupción y la incapacidad del gobierno para combatirla.
lsm