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El papa Francisco recordó a los niños que se refugian bajo los bombardeos o viajan en barcazas y aquellos que en Navidad no tienen juguetes sino armas, en su homilía de la misa del Gallo, celebrada en la basílica de San Pedro.
Ante las cerca 10 mil personas que abarrotaron San Pedro, Francisco recordó que hoy la Iglesia celebra el nacimiento de Jesús, que eligió nacer en un lugar humilde y lejos de los fastos y les invitó a vivir la Navidad de una manera sencilla.
Pidió a los fieles que escuchen a "los niños que, hoy, no están recostados en una cuna ni acariciados por el afecto de una madre ni de un padre, sino que yacen en los escuálidos pesebres donde se devora su dignidad: en el refugio subterráneo para escapar de los bombardeos, sobre las aceras de una gran ciudad, en el fondo de una barcaza repleta de emigrantes".
Continuó: "Dejémonos interpelar por los niños a los que no se les deja nacer, por los que lloran porque nadie les sacia su hambre, por los que no tienen en sus manos juguetes, sino armas".
Francisco explicó que "el misterio de la Navidad" es que por un lado "es luz y alegría" y por otro "interpela y golpea" porque "es al mismo tiempo un misterio de esperanza y de tristeza".
Añadió que la Navidad "Lleva consigo un sabor de tristeza, porque el amor no ha sido acogido, la vida es descartada" y puso el ejemplo de "José y a María, que encontraron las puertas cerradas y pusieron a Jesús en un pesebre, porque no encontraron sitio en la posada".
Francisco señaló que el rechazo y la indiferencia al nacimiento de Jesús también se repite ahora cuando "en Navidad los protagonistas somos nosotros en vez de él; cuando las luces del comercio arrinconan en la sombra la luz de Dios; cuando nos afanamos por los regalos y permanecemos insensibles ante quien está marginado".
Por otra parte, destacó que "la Navidad tiene sobre todo un sabor de esperanza porque, a pesar de nuestras tinieblas, la luz de Dios resplandece".
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