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Donald Trump sigue sin desvincularse de sus negocios multimillonarios a 28 días de su investidura como presidente de EU, en contra de lo prometido, pese a las denuncias de posibles conflictos de intereses con sus actividades privadas y las de su familia.
El empresario neoyorquino posee un conglomerado internacional con intereses inmobiliarios en hoteles, complejos vacacionales, campos de golf, edificios y urbanizaciones, además de un amplio portafolio con inversiones financieras en múltiples compañías de diferentes sectores.
Unos negocios multimillonarios que se comprometió a dejar de lado, pese a "no estar obligado", antes de poner los pies en la Casa Blanca el próximo 20 de enero para centrarse en gobernar el país y, de paso, evitar las suspicacias de los medios de comunicación.
El presidente electo, de hecho, ya había citado a la prensa para anunciar el 15 de diciembre que el conglomerado empresarial pasaba a manos de sus hijos Donald Junior y Eric, pero desconvocó esa cita y la pospuso para una fecha indeterminada en enero, un paso que no ha hecho más que aumentar los recelos.
Entre esas fechas, se supo que Trump no cumplirá con la promesa de dejar "completamente" todos sus negocios ya que, como mínimo, seguirá como productor ejecutivo del show "The Apprentice", el programa televisivo que presentó durante una década y que le lanzó a la fama antes de dar el salto al teatro político.
Para el magnate inmobiliario, apartarse de la dirección de sus empresas parece más un tema de imagen que otra cosa, a juzgar por sus propios comentarios en Twitter.
"Creo que es importante, desde el punto de vista de la imagen, no tener ningún conflicto de intereses con mis múltiples negocios como presidente", escribió en uno de ellos.
En paralelo, Trump ha recordado varias veces que las leyes no le obligan a dejarlos, algo que sí ocurre con el resto de los altos funcionarios de la Administración.
Hoy mismo, el presidente electo lamentó que su hijo Eric haya decidido suspender las operaciones de su fundación por el posible conflicto de intereses con la Casa Blanca, lo que vuelve a cuestionar su compromiso con una gestión transparente.
"Mi maravilloso hijo Eric ya no podrá recaudar dinero para niños con cáncer debido a un posible conflicto de intereses con mi Presidencia. ¿No es una ridícula vergüenza?", se preguntó el empresario neoyorquino.
"Él ama a estos niños, ha recaudado millones de dólares para ellos, y ahora debe parar. ¡Respuesta incorrecta!", agregó.
Lo cierto es que el dinero recaudado por la fundación iba casi íntegramente a las arcas del centro pediátrico de investigación St. Jude's Children's Research Hospital en Memphis (Tennessee), pero también lo es que el tercer hijo del presidente electo subastaba citas con los miembros de la familia Trump para financiarse.
Hace apenas unos días, la fundación puso a subasta un café con Ivanka Trump, otra de las hijas del magnate, una puja que se suspendió cuando alcanzó los 72 mil dólares después de que el diario "The New York Times" advirtiera de que la mayoría de los postores tenían interés en influir en la Casa Blanca.
Eric Trump también está detrás de otra polémica protagonizada con la Opening Day Foundation, de reciente creación y de cuya junta él forma parte, de cara a la investidura de su padre durante el fin de semana del 21 y 22 de enero.
A los asistentes dispuestos a donar entre 500 mil y un millón de dólares se les garantizaba una recepción con el presidente electo y una jornada de caza o pesca con uno de sus hijos, Eric o Donald Junior, aunque la familia posteriormente negó su participación en estos actos.
La influencia de los donantes de la Fundación Clinton fue uno de los caballos de batalla del presidente electo durante la campaña, en la que denunció que aquellos tenían línea directa con su rival demócrata, Hillary Clinton, cuando fue secretaria de Estado, entre 2009 y 2013.
A la espera de que Trump difunda sus declaraciones de impuestos, algo a lo que estuvo dando largas durante toda la campaña, rompiendo así una tradición de décadas entre los candidatos a la Casa Blanca, los estadounidenses quedan también a la expectativa de saber qué hará el presidente electo con sus negocios.
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