El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, admitió hoy que “personalmente” ha matado a criminales para dar ejemplo a los policías cuando fue alcalde de la sureña ciudad de Davao, antes de asumir la presidencia en junio pasado.

Apenas unas horas después de declararse como "no un asesino" y defender su polémica guerra contra la droga, que ha causado más de dos mil 500 muertos en casi seis meses, Duterte dijo a un grupo de líderes empresariales que él mismo mató a presuntos narcotráficantes.

“En Davao, solía hacerlo personalmente. Sólo para enseñar a los chicos (policías) que si yo puedo hacerlo, ¿por qué ello no pueden hacerlo”, comentó el presidente filipino, según un reporte de la edición electrónica del Daily Inquirer de Filipinas.

Duterte, quien es conocido popularmente como “El Castigador” por su política de tolerancia cero a la delincuencia en Davao, recordó que cuando era alcalde solía montarse en su motocicleta Harley-Davidson y patrullar las calles buscando a posibles criminales.

“Buscaba una confrontación, así podía matar”, añadió el mandatario, que desde su llegada a la presidencia siempre había negado la existencia del llamado Escuadrón de la Muerte de Davao (DDS), que según opositores sigue operando en la ciudad.

SE ARRIESGA A SER DESTITUIDO

El presidente de Filipinas se arriesga a un proceso de destitución por decir en un discurso que mató a supuestos drogadictos cuando era alcalde de Davao (sur), advirtió hoy el senador Richard Gordon.

"Cuando dices algo como eso, te estás exponiendo, ¿verdad? Él lo dijo, así que legalmente puede enfrentarse a un proceso de destitución", indicó Gordon, en referencia a las declaraciones que el mandatario hizo el lunes.

"En todo caso, estoy seguro de que (el presidente) sabrá defenderse", agregó el senador, un político independiente pero que ha apoyado varias medidas controvertidas de Duterte, como su esfuerzo por reimplantar la pena de muerte en Filipinas.

La senadora Leila de Lima dijo la semana pasada que Duterte se había puesto "al borde de un proceso de destitución" por decir que no permitirá que acaben en la cárcel los policías acusados por la Oficina Nacional de Investigación de Filipinas de asesinar al destacado narcotraficante Rolando Espinosa en su celda.

"No estoy asustado... ¿Qué quieren, arrestarme?, ¿Expulsarme? para que no siga adelante, o bueno ¿Asesinarme?”, cuestionó el exalcalde de Davao, donde construyó una reputación de “mano dura” por sus métodos usados en su lucha contra la delincuencia.

NO ES LA PRIMERA VEZ

El presidente filipino ya ha acaparado la atención internacional con declaraciones como esta o como cuando amenazó con retirar a Filipinas de la ONU o cuando dijo que Dios le había hablado y le había ordenado que dejase de jurar.

Aunque las encuestas revelan un apoyo abrumador de los filipinos a su presidente, las críticas de sus colegas de la arena política crecen con sus comentarios y decisiones polémicas, como la de permitir el entierro del dictador Ferdinand Marcos en el Cementerio de los Héroes.

Tampoco es la primera vez que Duterte admite públicamente haber matado delincuentes.

"Debo confesar que he matado, sí. Hace unos... tres meses, maté a unas... tres personas", dijo el mandatario en una entrevista con el medio local Rappler que se publicó en octubre de 2015.

En otras declaraciones a finales de ese año, cuando anunció su candidatura a la presidencia de Filipinas, afirmó haber matado a otras tres personas durante el secuestro de una niña en Davao.

"Estaban cometiendo un delito en mi presencia, y yo era la persona que tenía autoridad bajo la ley", explicó Duterte entonces.

De las 5 mil 900 muertes fruto de la campaña contra las drogas, más de 4 mil fueron ejecuciones extrajudiciales después de que Duterte llamara en repetidas ocasiones tanto a policías como a ciudadanos a matar a los drogadictos y traficantes que conocieran.

"Si conocen a adictos, matenlos ustedes mismos, porque pedírselo a sus padres sería demasiado doloroso", dijo el mandatario poco después de la investidura.

GUERRA A MUERTE CONTRA EL NARCOTRÁFICO

Esa violenta campaña contra el narcotráfico ha sido fuertemente criticada por grupos de defensa de los derechos humanos y organismos internacionales y continentales como la ONU y la Unión Europea (UE).

El presidente filipino defendió su lucha contra el narcotráfico, que inició el 30 de junio pasado, el mismo día que asumió la presidencia y aseguró que un tercio de los casi seis mil sospechosos muertos en su guerra contra las drogas fallecieron en operaciones policiales legítimas.

Conocido como el “Donald Trump filipino”, Duterte ha prometido acabar con los criminales en sus primeros días de gobierno, llevando a la horca a quienes cometan delitos como el tráfico de drogas, asesinato, secuestro y robo con violencia.

Duterte, quien antes de asumir la presidencia fue procurador, también habló sobre las denuncias de violaciones de derechos humanos que pesan en su contra de grupo locales e internacionales, las cuales afirmó no impedirán que cese su campaña contra el comercio de drogas.

Duterte también ha sido acusado durante años por organizaciones, entre ellas Human Rights Watch, de dirigir los "Escuadrones de la Muerte" de Davao, bandas de sicarios formadas por antiguos policías y soldados que habrían "eliminado" a más de mil criminales para limpiar la ciudad.

El filipino Edgar Matobato, quien el pasado septiembre declaró ante el Senado que formó parte de estos escuadrones, acusó a Duterte ante el defensor del pueblo, el pasado día 9, de ordenar asesinatos, secuestros y torturas como jefe de los "Escuadrones de la Muerte".

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