La primera mujer en ostentar el puesto de fiscal general de Estados Unidos, Janet Reno, murió a los 78 años, según informó ayer a primera hora su familia a medios de comunicación de ese país.
Reno murió a causa de las complicaciones derivadas de la enfermedad de Parkinson, que padeció durante dos décadas.
Janet Reno estuvo al frente del Departamento de Justicia durante ocho años, bajo los dos mandatos del presidente Bill Clinton.
Como secretaria de Justicia, Reno supervisó varios casos de alto perfil nacional, como el asedio durante siete semanas por agentes federales al complejo de un líder religioso en Waco, en Texas.
Ella fue quien ordenó el eventual asalto al complejo, en el que murieron más de 70 personas cuando se inició un fuego que dejó el edificio reducido a escombros.
Reno supervisó la investigación y acusación de los ataques con bomba contra el edificio federal de Oklahoma City en 1995 y del Parque Olímpico en los juegos de Atlanta, en 1996.
La ex fiscal general de Estados Unidos también ordenó la intervención de agentes federales en el año 2000 para llevarse al pequeño Elián González, de seis años, que se encontraba con sus familiares en Miami, Florida, para devolverlo a Cuba.
El pequeño había huido de la isla con su madre, quien murió al cruzar a Florida, pero los tribunales estadounidenses decidieron devolver la custodia a su padre que seguía viviendo en Cuba.
Reno, la mayor de los cuatro hijos de una migrante danesa, creció junto al Parque Nacional de los Everglades, en Florida. Se graduó en la Universidad de Cornell y en la escuela de Derecho de Harvard.
Recordada como profesional de carácter firme, honesta y testaruda, Janet Reno sorprendía a menudo por sus frases contundentes en las ruedas de prensa y declaraciones a los medios de comunicación, tales como “yo no doy giros” o “en mí recae la responsabilidad última”.