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Managua.— Las caras de la misma moneda son contrastantes en Nicaragua. De un lado, se exhibe un desolador escenario opositor de abstención sin precedentes. Ni el clientelismo político del oficialismo con sus dosis de gallinas, cerdos, semillas y otras recetas de la economía familiar de subsistencia lograron que los nicaragüenses acudieran a votar. Del otro, se expone un positivo panorama oficialista de masiva participación.
Como protagonista de su futuro, el pueblo nicaragüense se volcó desde temprano a formarse en fila en las mesas de votación para expresar su voluntad en las urnas, en paz y en tranquilidad y con civismo, y escoger a sus futuros gobernantes en una jornada histórica justa y de orgullo nacional.
Unos 3.8 millones de electores estaban inscritos para elegir presidente, vicepresidente y 90 diputados nacionales, departamentales y regionales a la Asamblea Nacional, así como 20 para el Parlamento Centroamericano.
Sin embargo, el balance sobre la jornada de ayer exhibió los dos rostros de una fuerte divergencia. Las principales fuerzas opositoras fueron excluidas, desde junio pasado, de participar, por lo que promovieron que los electores se negaran a votar para evitar legitimar lo que calificaron como una farsa que busca instalar en Nicaragua una dictadura dinástica del presidente Daniel Ortega y de su esposa, Rosario Murillo.
Abstención. Las opositoras Coalición Nacional por la Democracia y el Frente Amplio por la Democracia (FAD) anunciaron el triunfo del abstencionismo porque entre 70% y 80% de los ciudadanos desistió de sufragar.
Sin embargo, reconocieron que el presidente Ortega, del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y su esposa, candidata a vicepresiente, ganaron los comicios.
“Con una ausencia mayoritaria en las urnas, el pueblo nicaragüense ha hablado alto y claro: esta es una farsa electoral”, dijo en rueda de prensa la nicaragüense Violeta Granera, dirigente de ambas organizaciones.
Luis Callejas, ex candidato presidencial de la excluida Coalición Nacional por la Democracia (CND), dijo: “Esto no fue una elección libre, transparente, ni observada, hay que exigir que se repitan los comicios bajo condiciones de transparencia, competitividad y observación internacional imparcial”.
Granera agregó que se registró la menor participación en los últimos 30 años en el país.
La versión oficial. Sin dar cifras de participación, los medios oficialistas reportaron un intenso flujo de votantes en lo que portal del FSLN, el19digital, describió como “tranquila y alegre jornada electoral que convocó a todas las familias nicaragüenses”.
El presidente Ortega destacó que, con una nueva cultura política, atrás quedaron “el bochinche, la confrontación y el odio”. Las elecciones, proclamó, fueron un “voto por la paz”.