Washington.— Dos semanas después del día de las elecciones presidenciales todavía se están contabilizando votos. Un estado, Michigan, no tiene ganador definido (aunque se atribuye la victoria a Donald Trump), y millones de papeletas siguen esperando ser contadas.
Ayer, con el avance del conteo, se llegó a un nuevo hito: la candidata demócrata a la presidencia, Hillary Clinton, superó los 64 millones de sufragios, mientras que su rival, el republicano y vencedor Donald Trump, tenía su marcador en 62 millones.
La diferencia de más de 2 millones de votos y, a pesar de eso, la derrota de Hillary, se explica por la demografía del voto: Clinton ganó por grandes márgenes en estados costeros de mucha población, como California y Nueva York, pero al tener un número de votos electorales fijo, la abrumadora victoria no se tradujo en una mayor repartición de delegados.
La diferencia podría aumentar todavía más en los próximos días. Esta situación está llevando a Estados Unidos a debatir la necesidad de cambiar y modificar su sistema electoral, no basado en el cómputo global de sufragios sino en los denominados votos electorales, una repartición en función del censo de cada estado y su representación en el Congreso.
Incluso, Donald Trump dijo una vez conocida su victoria, que “nunca fue un fanático del sistema del colegio electoral”. Hace una semana, la senadora por California Barbara Boxer presentó una propuesta de ley para “abolir” el sistema electoral de Estados Unidos, consagrado en la Constitución del país, por ser un sistema “caduco y antidemocrático”.
Como medida de protesta, algunos electores que tendrán que confirmar la victoria de Trump el próximo 19 de diciembre en el Colegio Electoral han anunciado que no seguirán las directrices marcadas por su estado y votarán según su conciencia, un hecho totalmente inaudito.
De hecho, más de 4.6 millones de personas están pidiendo a los delegados del Colegio Electoral desconocer el triunfo de Trump y emitir su voto por Hillary, según señala una petición promovida por la organización Change.org. Además, un grupo de activistas, capitaneados por profesores universitarios de la Universidad de Michigan, está presionando al equipo de campaña de Clinton para que cuestione los resultados electorales en tres estados (Wisconsin, Michigan y Penn-
sylvania) en los que la victoria de Trump se produjo por un puñado de miles de votos.
El grupo pidió a la campaña de Clinton que exija un recuento, amparándose en la posibilidad (sin pruebas) de que alguno de los sistemas informáticos utilizados durante la jornada electoral fueran pirateados y dieran resultados que “se desviaron” de la proyección realizada para esos recintos. Algunos de los mejores analistas de datos del país se mostraron escépticos de que un recuento de ese tipo fuera a modificar el resultado final.
La campaña demócrata, que hace un tiempo se negó a pedir el recuento a pesar de algunos resultados ajustados en varios estados, todavía no se ha pronunciado ante esta nueva petición. De querer revisar los votos, debería presentar su solicitud antes del viernes.