Criticado por su apuesta por gente de la línea dura, el ganador de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, Donald Trump, hizo ayer un guiño al ala moderada del Partido Republicano, escenificando una reconciliación con Mitt Romney.

El que fuera candidato a la Casa Blanca en 2012 fue durante la campaña de este año uno de los mayores críticos del millonario en las filas republicanas, pero ayer acudió a la llamada del próximo presidente y ofreció una imagen de unión. Trump y Romney se reunieron durante algo más de una hora en una propiedad que el magnate tiene en Nueva Jersey y discutieron principalmente de asuntos exteriores.

“Tuvimos una conversación sobre los varios escenarios del mundo donde hay intereses significativos de Estados Unidos”, declaró Romney a los periodistas.

El ex gobernador de Massachusetts explicó que intercambió opiniones con Trump sobre esos asuntos y calificó la discusión como “profunda”.

“Agradezco la oportunidad de hablar con el presidente electo y espero ansiosamente a la próxima administración y las cosas que va a hacer”, señaló. Trump se limitó a decir a los periodistas que la reunión fue “genial”.

Romney rechazó responder a las preguntas sobre la posibilidad de que asuma un puesto en el gobierno, en medio de especulaciones sobre la opción de que Trump le ofrezca la Secretaría de Estado. Analistas creen que una elección así permitiría al presidente electo contar con una voz que modere la influencia de los “halcones” que ha elegido para varios puestos clave.

Otros, sin embargo, ven esa opción muy remota y apuntan a la reunión como un intento por parte de Trump para mostrar que está dispuesto a llevarse bien con el establishment republicano y que está abierto a escuchar opiniones diferentes.

El encuentro fue el primero de una larga lista de contactos que el presidente electo mantuvo ayer con aspirantes a entrar en la administración y figuras políticas y de otros ámbitos. Entre otros, Trump recibió al general retirado James Mattis, a quien se le ve como candidato a secretario de Defensa, y a dos posibles responsables de Educación: la dirigente republicana Betsy DeVos y la demócrata Michelle Rhee.

Hoy está previsto que se reúna con Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York, y con Christopher Christie, gobernador de Nueva Jersey, dos figuras republicanas que trabajaron con él de forma estrecha durante la campaña.

Pero los encuentros se vieron opacados por la enfurecida reacción de Trump ante lo que llamó “acoso” a su vicepresidente, Mike Pence, quien el viernes acudió a la obra de teatro Hamilton, donde fue abucheado.

Al término de la obra, Brandon Victor Dixon, uno de los participantes, leyó un mensaje en nombre de todos: “Nosotros somos el Estados Unidos polifacético, ese que tiene miedo y al que le inquieta que su nuevo gobierno no proteja nuestro planeta, ni a nuestros hijos, ni a nuestros padres, y que no se respeten nuestros derechos irrevocables”. Trump exigió disculpas para Pence y Dixon le respondió, también vía Twitter: “La conversación no es acoso señor. Y yo aprecio que @Mike_pence se detuvo para escucharme”.

A través de la misma red social, Trump aludió a su decisión de pagar 25 millones de dólares para cerrar las demandas por fraude contra su universidad. “Lo único malo de haber ganado la presidencia es que no tengo tiempo de ir a proceso sobre la Trump University; seguro hubiera ganado”.

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