Más Información
El ganador de las elecciones presidenciales estadounidenses, Donald Trump, empezó a presentar a sus elegidos para formar su gabinete que, de acuerdo con los primeros seleccionados, será de línea dura.
Los portavoces de su equipo calificaron ayer como “el día de la seguridad nacional”, y tres nombres formaron parte de él. El senador por Alabama Jeff Sessions, un ferviente antiinmigrante y con pasado racista, fue nominado para fiscal general; el teniente general retirado Michael Flynn, militar islamófobo, será el próximo asesor principal en seguridad nacional y, por tanto, pivote de la coordinación y decisión en asuntos exteriores, seguridad y defensa; y el congresista por Kansas Mike Pompeo, un opositor a Hillary Clinton y al pacto nuclear con Irán, será con toda probabilidad el nuevo jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Los tres, hombres de perfil duro y extremadamente leales a Trump, no llegan exentos de controversia. Todos y cada uno de ellos arrastra un bagaje de salidas de tono que añaden más escándalos a la figura del líder republicano y futuro presidente de Estados Unidos.
El senador Jeff Sessions es, quizá, la figura más conocida del trío anunciado ayer y que formará parte del equipo que liderará la seguridad de EU durante los próximos cuatro años.
Con más de 20 años de experiencia en el Senado, Sessions se convirtió en el primer legislador en dar su apoyo formal a Trump y, desde entonces, se convirtió en uno de sus principales asesores: su visión compartida sobre el problema migratorio sirvió de unión. El senador de Alabama es un acérrimo opositor a cualquier tipo de reforma migratoria, e incluso escribió el año pasado en The Washington Post que era necesaria una “moderación de la inmigración” legal para poder mantener los sueldos de los obreros de EU.
Pero no es ésta la principal controversia del senador. Sessions, antes de dedicarse a la política, tenía una carrera judicial que se vio truncada por, precisamente, el Senado. En 1986 fue propuesto para juez en Alabama, pero la Cámara Alta bloqueó su nombre por racista: dijo que pensaba que el Ku Klux Klan estaba “bien” (“ok”) hasta que descubrió que “fumaban marihuana”; criticó a un abogado blanco defensor de los derechos civiles de las minorías por ser una “deshonra a su raza”; y calificó a la organización en favor de los afroestadounidenses como “antiamericanos” y “procomunistas”.
Ahora, el senador racista antiinmigrante se va a convertir, cuando pase el trámite de aprobación en el Senado controlado por los republicanos, en el fiscal general de EU, sustituyendo a Loretta Lynch, una mujer afroamericana.
También necesitará de aprobación del Senado para su cargo el congresista por Kansas Mike Pompeo, propuesto para liderar la CIA. Pompeo, prácticamente desconocido para la mayoría de estadounidenses, se hizo de un nombre al convertirse en el principal azote de la ex secretaria de Estado Hillary Clinton en la investigación por el atentado de Bengasi, en Libia, en el que murieron cuatro estadounidenses.
Además, criticó a la CIA —misma agencia que va a encabezar— por ocultar información en ese y otros casos. Pompeo, ultraconservador cercano al Tea Party, es además uno de los protegidos de los multimillonarios hermanos Koch y un opositor frontal al acuerdo sobre el programa nuclear con Irán.
El puesto más importante de los anunciados ayer es el de asesor en seguridad nacional, que será sin necesidad de aprobación ni escrutinio para el teniente-general retirado Michael Flynn. Despedido como director de la Agencia de Inteligencia de Defensa —el servicio de espionaje del Pentágono— por el presidente Barack Obama por su “estilo abusivo” y “caótico”, Flynn es un “halcón” militar favorable al uso de la tortura que considera el Islam como “una ideología política que se esconde diciendo que es una religión” o un “cáncer maligno”. Incluso, dijo que tener “miedo de los musulmanes” es algo “racional”.
Los tres nominados han sido duramente criticados. El congresista por California Luis Gutiérrez tuiteó que “ningún senador luchó tan duramente contra las esperanzas y aspiraciones de latinos, inmigrantes y la gente de color como (Jeff) Sessions”.
De momento, la diversidad de género y razas brilla por su ausencia. Cinco nombres confirmados y los cinco son hombres blancos. Y, según todas las apuestas, el patrón se mantendrá.
Este fin de semana se espera que Trump, en su retiro en uno de sus campos de golf en Nueva Jersey, tome más decisiones sobre quién lo acompañará en su aventura en la Casa Blanca. Uno de los nombres más sorprendentes es el del ex gobernador de Massachussets, ex aspirante presidencial y líder del movimiento antiTrump, Mitt Romney, quien se reunirá con el presidente electo mañana.
Todas las apuestas lo sitúan como un importante candidato a la Secretaría de Estado para hacerse con el control de la diplomacia de EU y suavizar ante el mundo el miedo que produce un país liderado por Trump. A pesar de la animadversión que se tienen —los insultos entre ellos volaron de una dirección a otra durante la campaña—, algunas voces dicen que Romney podría aceptar por deber patriótico.