El Partido Demócrata de Estados Unidos se prepara esta semana para escoger a su nuevo líder el próximo jueves, tras la debacle electoral del pasado 8 de noviembre con la derrota inesperada de su aspirante a la Casa Blanca, Hillary Clinton.


La presidencia del Comité Nacional Demócrata (DNC, secretariado) está ocupada de manera interina por la analista Donna Brazile desde la salida de la congresista Debbie Wasserman-Schultz, criticada por influir en el proceso de primarias en el que se impuso Clinton frente al senador por Vermont, Bernie Sanders.


Tras perder no solo la Presidencia, sino también en muchas legislaturas estatales y no lograr recuperar el control del Senado, los demócratas necesitan un nuevo líder para diseñar una estrategia firme de cara a los próximos años.


Hasta el momento, el nombre que suena con más fuerza es el congresista musulmán y negro Keith Ellison, considerado uno de los rostros más progresistas del partido, y quien ya ha recibido el apoyo de Sanders, del líder de la minoría demócrata en la Cámara Alta, Harry Reid, y de la influyente senadora Elizabeth Warren.


Pero otros miembros del partido también suenan en las apuestas para abrir una nueva etapa entre los demócratas.


Ray Buckley, vicepresidente actual del DNC, indicó la semana pasada que ha recibido peticiones de sus correligionarios para presentarse a las elecciones internas del partido, pero aunque conoce los entresijos de su maquinaria, sería visto como una opción continuista.


Por su parte, Howard Dean, quien fuera el último presidente del partido a tiempo completo, también ha hecho públicas sus intenciones de presentarse de nuevo al cargo, con los credenciales que le otorgó la victoria demócrata de 2006 en las legislativas y las elecciones presidenciales de 2008, cuando él aún dirigía el DNC.


El exgobernador de Maryland y exaspirante a la nominación presidencial Martin O'Malley dijo el pasado viernes estar evaluando seriamente su candidatura para dirigir el DNC, una opción bastante equilibrada para el partido, ya que podría apelar a la clase obrera blanca, que se ha alejado de los demócratas, y también a las minorías, con las que ha desarrollado una estrecha relación.


El último de la corta lista es el actual secretaria de Trabajo, Thomas Pérez, una voz progresista, hispana y con vínculos con el presidente Barack Obama, pero cuya candidatura parece la menos probable.

jlcg

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