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Guerra contra el burkini, ¿seguridad o islamofobia?

Nesrine Kenza, de burkini, platica con dos amigas, en Marsella, en agosto pasado. Diversas ciudades francesas decidieron prohibir el uso de la prenda islámica, pero el 1 de septiembre una corte revocó la prohibición, al menos en Niza (ARCHIVO. AP)
09/10/2016 |00:58
Redacción El Universal
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Bruselas.— El verano de 2016 será recordado en Francia como el del burkini.

Este traje de baño islámico creado en Australia en 2004 por la diseñadora de moda de origen libanés Aheda Zanetti y que pretende ser una mezcla entre bikini occidental y la vestimenta integral musulmana generó controversia en las playas de la Costa Azul, donde las prohibiciones dictadas por las municipalidades, para evitar que las mujeres lo usaran, obligaron a la intervención del Consejo de Estado (máximo órgano de justicia administrativa de Francia) para revertir los decretos. Lo cierto es que cada vez son más las voces nacionalistas en Europa que reclaman proscribir el uso de vestimenta islámica en mujeres.

En Bélgica el partido nacionalista de Bart de Wever (N-VA), que controla el gobierno de la ciudad más grande de Flandes, Amberes, abogó por una prohibición general del burkini en toda la costa flamenca, al considerarlo “contrario a las buenas costumbres y al laicismo”.

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“No imagino que las mujeres quieran usar esta vestimenta en la playa en nombre de la fe”, dice Nadia Sminate, legisladora del N-VA en el Parlamento flamenco, y quien entre otras tareas ha presidido la comisión responsable de combatir la radicalización.

La prenda de baño también fue debate en Dinamarca, Italia, Noruega, Suiza y Holanda; en éste último país Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad, está a la cabeza de la ofensiva. El ultranacionalista dice que el “uniforme islamista” no es una prenda apropiada para la playa: “Tampoco vas al mar con una esvástica”, argumenta.

En Alemania el debate pasó a la acción. En Neutraubling, una alberca pública prohibió en julio pasado el uso del burkini luego de que integrantes de la sesión de acuaeróbics presentaran su inconformidad por el uso de la prenda por parte de una compañera.

“Estas acciones muestran un elevado desconocimiento de la mujer musulmana, de sus prioridades, su elección y sus realidades”, dice Sandra Pertek, miembro del buró del Foro Europeo de Mujeres Musulmanas, plataforma responsable de coordinar la cooperación entre las asociaciones de mujeres musulmanas en toda Europa, a EL UNIVERSAL.

“Es una muestra de que la clase política está dominada mayoritariamente por hombres que quieren imponer sus decisiones sobre el derecho a la mujer a elegir, victimizando cómo se ven, qué hacen y presentándolas como personas sin capacidad de tomar decisiones adecuadas.

“Estamos ante una grave violación a los derechos humanos y las libertades básicas de la mujer, ante un discurso contrario a los valores que condujeron a la formación de la Unión Europea: solidaridad, entendimiento y respeto a la diversidad”, dice.

En esa misma sintonía se manifiesta Kahina Rabahi, investigadora de la Red Europea contra el Racismo. Afirma que el discurso populista, primero dirigido a prohibir el uso de la burka en espacios públicos, después a vetar el velo en las universidades, y ahora el burkini en los balnearios, persigue el mismo objetivo: distraer a las sociedades de sus problemas reales, como el desempleo y el deterioro del estado de bienestar.

“Estos ataques surgen de manera cíclica cuando hay crisis. Es muy fácil atacar a la mujer musulmana porque se encuentra en el fondo del escalafón de la sociedad”, sostiene Rabahi.

Las investigadoras coinciden en que la seguridad no es argumento para una prohibición, debido a que las personas eventualmente peligrosas no se identifican con verles el rostro, ni por su ropa o tipo de fe.

Pertek sostiene que el derecho a elegir, llámese hijab, shayla, chador o burkini, empodera a la mujer musulmana y contribuye a su emancipación, ya que permite su integración y convivencia en la Europa secular.

“Desde la perspectiva de la mujer musulmana, la justicia social inicia con el respeto a la vida personal y no con la politización del tipo de ropa que usa”, indica. La experta alerta que la prohibición de cualquier tipo de velo sólo provocará marginación.

“La mujer se cubre porque es la forma como puede interactuar en la esfera pública, así que prohibirles este derecho provocará que muchas mujeres opten por no convivir con el resto de la sociedad”, precisa Pertek.