San José.— El pronóstico fue certero: “Colombia dará el paso definitivo hacia la paz”.

Otras frases, como afirmar que “confío en la voluntad de paz de las FARC” o que Colombia está ante “una oportunidad única en nuestra historia de dejar atrás más de 50 años de violencia y muerte”, mostraron al presidente colombiano Juan Manuel Santos firme y seguro hacia una meta: la paz.

Ese día —30 de septiembre de 2016—, Santos respondió, en una entrevista con EL UNIVERSAL, a la pregunta de si existía un Plan B como alternativa al Plan A de los acuerdos de paz negociados en Cuba con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). “No existe la posibilidad de renegociar lo ya acordado”, advirtió. Por estrecho margen, Santos salió derrotado de un plebiscito al que acudieron más de 13 millones de los 34.8 millones de electores a decir sí o no al acuerdo de paz negociado desde noviembre de 2012 en Cuba por el gobierno y las FARC.

Pero la derrota en las urnas, por mínima distancia, permitió a gobierno, guerrilla y oposición empezar a renegociar una paz con respaldo sólido y mayoritario.

La primera joya de la corona de la paz —negociar— se consiguió a través de arduas pláticas, primero secretas desde mediados de 2010 y luego públicas durante 33 meses en La Habana, sobre seis puntos de un acuerdo general e inicial: desarrollo agrario, participación política de los insurgentes, fin del conflicto, narcotráfico, resarcimiento de las víctimas e implementación, verificación y refrendación de los pactos en el plebiscito.

La segunda —concluir la negociación con éxito— se logró el 23 de agosto pasado, cuando las comitivas del gobierno y de las FARC cerraron todos los elementos que estaban pendientes.

La tercera —el cese del fuego y de hostilidades, bilateral y definitivo— se obtuvo el 29 de agosto anterior con el silencio de las armas.

La cuarta —firmar el plan de paz— se alcanzó el 26 de septiembre, cuando Santos y el comandante en jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, suscribieron el acuerdo en una histórica ceremonia en el caribeño balneario-ciudad de Cartagena de Indias, con líderes internacionales como testigos.

La quinta —ratificar el pacto— falló el domingo 2 de octubre, cuando cerca de 37.4% de los electores dijeron en el plebiscito que “no” al acuerdo.

Una sexta pieza inesperada —renegociar el pacto— por el triunfo del “no” obligó a que ambos bandos retornaran el pasado lunes a la mesa de trabajo en Cuba.

Pero la séptima pieza llegó de lejos: el Comité Nobel Noruego anunció el 7 de octubre que confirió el Premio Nobel de la Paz 2016 a Santos por su labor en la pacificación. Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez, jefe negociador de las FARC, pareció reclamar ayer en su cuenta en Twitter algo del galardón y alegó que “sin contraparte no hay Nobel de paz; por eso nuestra satisfacción de haber aportado un granito de arena al logro de tan alta distinción”.

“Estamos completamente jugados por el acuerdo”, dijo Santos a este diario en una entrevista exclusiva antes del plebiscito. Y soltó otra frase: “Encarar con optimismo las oportunidades que nos trae la paz”.

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