Washington.— Estados Unidos criticó ayer el despliegue por parte de Rusia de un sistema de misiles antiaéreos en Siria, pese a que las únicas fuerzas aéreas que sobrevuelan el país de manera constante son aliados de Moscú o de Washington.
El gobierno ruso anunció ayer que había desplegado el sofisticado sistema antiaéreo S-300 en la base naval de Tartús, en el oeste sirio, para reforzar la defensa de la costa mediterránea de Siria.
El portavoz del Pentágono, Peter Cook, declaró que “el propósito del sistema es cuestionable”, teniendo en cuenta que Moscú ha reiterado que sus objetivos militares en Rusia son grupos extremistas como el Estado Islámico (EI) o el Frente Al-Nusra. Cook recordó que ninguno de esos dos grupos yihadistas “tiene una fuerza aérea” y no entienden el propósito del despliegue.
La instalación de esta batería antiaérea, un sistema nunca antes desplegado fuera de Rusia, se da un día después de que Washington y Moscú dieran por rotas las negociaciones para coordinar ataques aéreos contra yihadistas en Siria y los intentos de un alto el fuego duradero se frustraran.
Cook recordó que aún mantienen los canales de comunicación con los militares rusos, para evitar encontronazos en el espacio aéreo sirio mientras ambos realizan sus operaciones de bombardeos por separado.
El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, dijo que este nuevo despliegue de misiles antiaéreos cuestiona la “credibilidad” de la misión de Rusia en Siria.
Entretanto, se informó que los niveles de violencia se mantienen en Aleppo y su periferia, donde al menos 16 personas murieron ayer por los bombardeos. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos precisó que la caída de los proyectiles causó más de cincuenta heridos en la zona.