Bogotá.— Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe son los púgiles peso pesado del “sí” y del “no” al acuerdo de paz en Colombia. En esquinas opuestas de un cuadrilátero, ensangrentado por más de 52 años de guerra, muerte, desolación y barbarie, y pese a lo rudo de una batalla electoral en la que el “sí” fue derrotado por el “no”, ni Uribe noqueó a Santos, ni Santos a Uribe y aunque Santos perdió, Uribe no arrasó.

Luego de que el pueblo colombiano habló en las urnas y mostró a un país polarizado—50.21% por el “no” y 49.78% por el “sí”—y de que la abstención —superior a 62%— le ganó a todos, Santos y Uribe buscaron una esquina neutral y llegaron, por separado, a una coincidencia: la necesidad de alcanzar la paz.

Pese a todo, el posplebiscito pareció evidenciar un mayor ambiente de reconciliación. En dos frases directas, puntuales y sin matices, Santos y Uribe trazaron el puente de enlace.

“Escucho a los que dijeron ‘no’ y escucho a los que dijeron ‘sí’. Todos, sin excepción, quieren la paz. Así lo han dicho expresamente”, afirmó la noche del domingo el presidente al reconocer la derrota.

Los “sentimientos y razones de los que votamos por el ‘no’, los que sufragaron por el ‘sí’ y los que se abstuvieron tienen un elemento común: todos queremos la paz, ninguno quiere la violencia”, dijo, por su parte, el ex presidente Uribe.

A esta coincidencia se agregó la de un tercer púgil: Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko, comandante en jefe de las FARC, quien aseguró que quiere la paz y que la pacificación va sin retroceso.

“Los colombianos no se fueron para el monte [después del plebiscito], ni volvimos a la guerra”, destacó la colombiana Marcela Prieto, directora de la revista Foro Semana. “Las reacciones del ex presidente Uribe y de Timochenko fueron positivas y sí se puede renegociar” el acuerdo de paz, aseguró Prieto a
EL UNIVERSAL.

Por lo pronto, Santos movió sus piezas con rapidez. Por un lado, agradeció el respaldo que recibió de los comandantes de las fuerzas militares y policiales y de los partidos políticos afines al “sí”, “para no echar al traste” años de negociaciones con las FARC. Por el otro, abogó por “dejar atrás las rencillas, los odios y la polarización”.

El gobernante dijo que con “voluntad de paz” de todas las partes habrá soluciones “satisfactorias” y el proceso “terminaría fortalecido”. Eso sí, es necesario un límite de tiempo.

Así, el cuadrilátero está listo para una nueva contienda, con tres púgiles que se dicen marcados sólo por una palabra: paz.

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