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Calais.— La evacuación del campamento de inmigrantes de Calais, el mayor de Francia, comenzó ayer sin sobresaltos, con el traslado de más de 2 mil 300 refugiados, de los más de 6 mil que habitaban en el lugar, a centros en todo el país.
Durante la noche del domingo se registraron algunos incidentes y se quemaron contenedores, según informó la Prefectura, cuando algunos inmigrantes intentaron marcharse y llegar hasta una autopista cercana. La policía los retuvo y los hizo regresar sin que nadie resultara herido.
En medio de una enorme espectación mediática y de impresionantes medidas de seguridad, la operación comenzó a primera hora de la mañana, con largas filas de espera en la entrada del centro de selección de los inmigrantes. Antes del amanecer había cientos de personas haciendo cola cargadas con sus maletas y bultos en el centro de registro ubicado cerca de “la jungla”, como se le denominó popularmente el campamento.
“Es un día importante. El Estado está haciendo un esfuerzo considerable”, dijo el portavoz del Ministerio del Interior en París, Pierre-Henri Brandet.
Tan buena fue la respuesta, que poco más de media hora después de la apertura ya se había llenado el primer autobús. El flujo fue reduciéndose y en las horas finales apenas un goteo de extranjeros iba llegando a los camiones, lo que impidió llegar a la cifra prevista de 3 mil trasladados.
En total partieron 45 autobuses que llevaron a mil 918 adultos y unos 400 menores a los centros, según las cifras que dio a conocer el ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve.
Los inmigrantes, procedentes principalmente de Sudán, Afganistán, Eritrea y Etiopía, podrán elegir entre dos regiones como destino, exceptuando las afueras de París y Córcega. El registro, solamente sirve para el reparto de los refugiados y no implica el inicio de un pedido de asilo. La mayoría de los centros a los que serán enviados están en el sur del país.
El gobierno francés, que se había comprometido a desmantelar Calais proponiendo soluciones humanitarias de realojo a todos sus habitantes, ganó la batalla de la imagen.
Sin imponer medidas coercitivas, el Ejecutivo consiguió que fueran miles los inmigrantes de Calais que aceptaran abandonar el campamento que el presidente François Hollande se comprometió a cerrar antes de que acabara el año.
Sin embargo, el gobierno no proclama aún victoria, puesto que el escollo más duro de superar será el de aquellos inmigrantes que prefieren seguir en Calais, el punto más cercano al Reino Unido. Según asociaciones humanitarias, unos 2 mil rechazan ir a otras zonas de Francia pese a que allí les prometen mejores condiciones de vida.
Son en su mayoría afganos que tienen familia al otro lado del Canal de la Mancha y que están dispuestos a pagar fuertes cantidades de dinero, además de arriesgar su vida para cruzarlo.
Mañana está previsto que continúe el traslado de los extranjeros y que comiencen en el campamento las labores de demolición de las instalaciones, que se harán en un primer momento de forma “suave”, antes de dar paso en los días sucesivos a las excavadoras. En contraste con la transparencia mostrada en el inicio, ahora el gobierno fue más discreto sobre el destino de los migrantes, para no levantar en esos municipios rechazo a su llegada.
Cazeneuve aseguró que la política humanitaria con los candidatos al asilo se combinará con la firmeza con la inmigración ilegal y anunció que en lo que va del año se ha expulsado a mil 789 extranjeros, se han rechazado 47 mil entradas en la frontera y se han desmantelado 33 redes destinadas a organizar el paso ilegal al Reino Unido.