Más Información
UNAM abre nueva etapa con China; se reúnen el rector y el ministro de Educación para profundizar relación universitaria
Claudia Sheinbaum presenta declaración patrimonial; reporta un departamento de 2.7 millones de pesos y un Aveo 2013
Desde box hasta trampolín Fitness; clases masivas como estrategia de Claudia Sheinbaum para incentivar el deporte
Universidad Autónoma de Guerrero entrega doctor Honoris a Rosario Ibarra de la Garza; premio post morten fue recibido por su hija
Claudia Sheinbaum se reúne con familiares de mineros atrapados en El Pinabete y Pasta de Conchos; continúan rescates, asegura
Bogotá.— Al colombiano Gilberth Iter, de 33 años, le hace falta una pierna pero juega voleibol de suelo. No es guerrillero ni soldado, sino uno entre millones de civiles víctimas de la guerra en Colombia, aunque está despojado de odios. Está convencido de que la única solución es acudir hoy al plebiscito y votar por el “sí” para ratificar el acuerdo de paz suscrito el pasado lunes entre la guerrilla de las FARC y el gobierno.
“Pisé hace cuatro años una mina antipersonal. De verdad que esta guerra no tiene distingos si se es militar, guerrillero o civil. Esta guerra la enfrentamos todos. Por eso hay que terminarla”, contó Iter, oriundo del central departamento de Meta, sin hijos y en unión libre con una colombiana.
“Votar por el ‘sí’ es darle una oportunidad al país. No es votar por ningún color político: es votar por el futuro de Colombia”, afirmó, en una conversación con EL UNIVERSAL en el Palacio de los Deportes, de esta capital. Iter estaba exhausto, tras jugar un partido de voleibol de suelo “por la paz” entre lisiados colombianos de los más de 52 años de guerra (1964-2016) en Colombia y lisiados ruandeses de los más de seis años de guerra (1990—1996) en Ruanda. Ganó el equipo colombiano 2 a 1.
El equipo colombiano lo integran hombres que se enfrentaron en el campo de batalla —ex guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y ex soldados del ejército— y civiles, aunque ahora todos se consideran nada más que colombianos. El de Ruanda está compuesto por tutsis y hutus, tribus mortalmente enemigas que protagonizaron un genocidio, pero ahora son sólo ruandeses.
En un descanso del partido, el cantante colombiano César López, de 43 años, de Bogotá, casado y sin hijos, subió a un escenario instalado a lado de la cancha y, asido a su “escopetarra”, mezcla de guitarra y de escopeta, cantó por el perdón. “Hay que votar por el ‘sí’, más que por creerle a los políticos, por los colombianos que están en las montañas buscando a sus hijos víctimas y recuperando territorios”, explicó López a este diario.
“No nos pueden decir que falta dinero para financiar la paz. Sólo un helicóptero de combate vale más de 20 millones de dólares y Colombia compró siete hace unos años. Por eso hay que votar ‘sí’”, dijo. “Cuando armarse fue prioridad, nunca faltó la plata. Ahora hay que designar prioridad a los campesinos, a las víctimas”, subrayó.
Concluido el juego, el colombiano José Herrera, de 50 años, del departamento de Magdalena, ingresó jubiloso a la cancha a saludar a ambos equipos. Le faltan una mano y las dos piernas, que perdió en un accidente ferrocarrilero y, aunque no es víctima de la guerra conoce el dolor de los lisiados por el conflicto armado. “Votaré sí porque ya llevamos mucha violencia”, afirmó. “Todos somos víctimas de la guerra. El futuro debe ser otro”, recalcó.