Bruselas.— La primera entrega del Nobel de la Paz a una figura latinoamericana desde 1992, cuando fue galardonada la indígena guatemalteca Rigoberta Menchú, representa un crucial salvavidas para el proceso colombiano, el cual se encuentra en un impasse tras el doloroso revés en el plebiscito.

Con este galardón el presidente colombiano Juan Manuel Santos sumó no sólo el apoyo de la Real Academia de las Ciencias de Suecia, sino de la comunidad internacional, clave para disminuir la tensión que se respira tras el referéndum, mantener el alto a las hostilidades y crear un nuevo momentum para reanudar las conversaciones.

“No hay duda de que la decisión de otorgar el premio Nobel de la Paz 2016 al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, por sus firmes esfuerzos por poner fin a más de 50 años de guerra civil en el país, contribuye en gran medida al fortalecimiento de este apoyo”, sostiene Enrique Gómez Ramírez, experto del Servicio de Investigación del Parlamento Europeo en un documento en el que informa a los eurodiputados sobre la situación en el país latinoamericano tras la consulta.

El espaldarazo comunitario no se ha hecho esperar. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el titular de Comisión Europea, Jean Claude Juncker, han expresado su beneplácito por la elección de Santos, mientras que la Alta Representante de la Política Exterior Europea, Federica Mogherini, precisó que “seguirá impulsando, acompañando y apoyando todos los pasos para una solución sostenible”.

En la arena internacional, la Unión Europea destaca como uno de los actores externos que más se ha involucrado en el proceso de pacificación. En las últimas dos décadas, el bloque ha destinado más de 350 millones de euros en asistencia a las víctimas y en medidas de contención de los estragos del conflicto que tiene como saldo la muerte de más 220 mil personas, 27 mil secuestrados, 97 ataques terroristas, 25 mil desaparecidos y casi 6 millones de desplazados.

La Unión y miembros como Alemania y Gran Bretaña, además se han involucrado directamente en el diálogo, facilitando interlocutores y asignando enviados especiales. Destacan los casos de Eamon Gilmore, ex Ministro de Exteriores de Irlanda y uno de los arquitectos del proceso de paz en Irlanda del Norte; así como el británico Jonathan Powell, otra figura clave en la eliminación del extremismo irlandés.

Pero el peso de la asistencia europea se prevé que llegue en la era posconflicto. El club comunitario tiene en la congeladora 575 millones de euros para respaldar los esfuerzos de consolidación del proceso de paz. El cheque se sumará al monto de la cooperación en curso, 67 millones de euros para el periodo 2014-2017.

En Bruselas hay la impresión de que Bogotá cometió el mismo error de Londres con el Brexit, al someter el futuro del país a consideración popular.

La Eurocámara ve como camino inevitable tras el referéndum colombiano la renegociación del acuerdo, en un proceso que podría tomar meses, incluso años, y cuyas expectativas de éxito son inciertas.

Internacional Crisis Group sostiene que la salida está en involucrar a la oposición y requerirá el aval de los garantes internacionales. “Nada será fácil; se requerirá de la constante atención de los interlocutores internacionales. Evitar la vuelta al conflicto exigirá sacrificios de todas las partes”, sostiene la organización con sede en Bruselas.

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