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Madrid.— El pesimismo reinaba antes de la última ronda de consultas, en julio, entre Felipe VI y los partidos españoles para formar un gobierno. Nadie creía en un acuerdo. Esta vez la situación parece distinta y los analistas dan por descontado que Mariano Rajoy, líder del Partido Popular (PP), será propuesto por el monarca como presidente tras las conversaciones del 24 y 25 de octubre, y que será investido antes del plazo tope, del día 31.
Rajoy cuenta con 170 diputados, la suma de su partido y la derecha reformista de Ciudadanos, pero necesita 176 apoyos o que el Partido Socialista (PSOE) se abstenga en la votación en el parlamento. La gestora que ha sustituido a Pedro Sánchez en la dirección socialista ha dado en los últimos días signos de que desea abstenerse y no forzar unas terceras elecciones consecutivas, pero aún no está claro si conseguirá un acuerdo al respecto.
Fernando Rayón, analista especializado en la Casa del Rey, considera que “esta ronda de conversaciones será rápida y breve, a no ser que a última hora el PSOE dé una sorpresa y decida algo distinto a la abstención”. En opinión de Rayón, todo está acordado de antemano: “Yo creo que el presidente de la gestora socialista, Javier Fernández, ya habló con Rajoy para mostrarle su predisposición, y éste habló con el rey: por eso se lanzó la ronda”.
Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación, considera que el PSOE intentará evitar nuevos comicios, pero el movimiento es complejo. “El gran tema es cómo va a cambiar el PSOE de relato político. La llegada de la gestora parece que va asociada a un cambio de estrategia”.
La lucha en el PSOE es encarnizada. El sector oficialista —que guió la revuelta contra Sánchez— quiere que el partido se abstenga. Sin embargo, los fieles a Sánchez y los sectores más izquierdistas se niegan a regalar el gobierno a Rajoy. Para evitar una escisión se han multiplicado las soluciones creativas: una es que 11 diputados socialistas se abstengan y el resto vote contra. Se verá qué se decide.