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Semanas después de ser destituida como presidenta de Brasil, Dilma Rousseff dijo que el proceso judicial contra su predecesor bajo cargos de corrupción es un ataque más contra la democracia del país.
La ex mandataria habló en apoyo de su mentor, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, un día después de que un juez federal falló que Lula debe ser juzgado bajo cargos de corrupción y lavado de dinero. Si es declarado culpable, ello podría arruinar sus posibilidades de postularse de nuevo a la presidencia en 2018 y las de su Partido de los Trabajadores de regresar al poder.
"Brasil está atravesando un momento muy difícil. Está en curso un proceso que está violando la Constitución sistemáticamente", dijo Rousseff a partidarios durante un acto de campaña para la candidata a alcalde de Río de Janeiro Jandira Feghali. "Primero me atacaron a mí, y ahora están atacando a Lula".
Los fiscales acusan a Lula de recibir sobornos de una compañía constructora a cambio de contratos con la petrolera paraestatal Petrobras.
Los investigadores acusan que la compañía OAS compró un apartamento frente al mar en la ciudad de Guaruja en el estado de Sao Paulo para Lula y su esposa, y lo decoraron y amueblaron de acuerdo a su gusto. El político ha negado haber actuado en contra de la ley, y ha dicho que no es propietario del penthouse y sólo lo ha visitado.
Lula, quien gobernó al país de 2003 a 2010, es aún un contendiente popular a la presidencia, y en julio encabezaba las encuestas para la elección de 2018, incluso después de que fue implicado en el escándalo de corrupción.
Rousseff nunca fue implicada personalmente en la red de sobornos en Petrobras, pero muchos la acusaron de tratar de proteger a Lula cuando los fiscales revelaron su presunta participación. La mayoría de los sobornos se dieron durante los 13 años en el poder de Lula y Rousseff. La investigación ha llevado al encarcelamiento de varios empresarios y políticos.
Rousseff, quien fue sometida a juicio político por acusaciones de violar las leyes fiscales en su manejo presupuestal, se había vuelto enormemente impopular conforme avanzaba la investigación por corrupción y la economía caía en los últimos dos años en su más profunda recesión en décadas. Bajo el gobierno de Lula, Brasil había registrado un crecimiento económico extraordinario, el cual ayudó a sacar de la pobreza a 20 millones de personas y a elevar la voz de la nación en el panorama internacional.
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