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El secuestro de dos trabajadores italianos y uno canadiense en Libia el lunes pasado no ha sido reivindicado por ningún grupo, ni se ha pedido rescate alguno, pero se estima que fue obra del crimen común.
Voceros de la cancillería italiana precisaron que la única noticia confirmada es la identidad de los rehenes, identificados como los italianos Bruno Cacace, de 56 años; Dalino Calogeno, de 68 y un canadiense solamente conocido como Frank.
Los tres trabajaban para la empresa italiana Conicos, que realiza trabajos de remodelación en el aeropuerto de la ciudad libia de Ghat, donde tuvo lugar el secuestro.
El canciller italiano Paolo Gentiloni confirmó que “por el momento no hay indicaciones precias y es prematuro para atribuir una identidad a los secuestradores”.
Según medios libios, sin embargo, los secuestradores formarían parte de un grupo armado que ya ha realizado otras emboscadas y robos en la zona.
“No se trata de terroristas, los extranjeros secuestrados están en manos de criminales comunes”, declaró el alcalde de Ghat, Gomani Mohamed Saleh.
De acuerdo con las autoridades locales, los tres rehenes viajaban el lunes por la mañana en un auto con chofer, pero sin escoltas, en la carretera que atraviesa el desierto entre Ghat y Ubari.
Los tres aparentemente conocían bien la zona y Calogeno se había convertido al Islam, razón por la que en 2014 habría evitado otro secuestro en el desierto libio.
Portavoces de la cancillería dijeron que su presencia en la zona no había sido informada a esa cartera.
“Cuando una empresa italiana opera en Libia la exhortamos a dotarse de un sistema de seguridad, pues para nosotros es un país bajo riesgo”, declaró Claudio Taffuri, jefe de la Unidad de Crisis del ministerio italiano de Exteriores.
Añadió que el auto en el que viajaban las víctimas fue interceptado por un grupo de hombres armados, que maniataron al chofer y se llevaron a los técnicos.
Señaló que la hipótesis es que la acción fue ideada como un secuestro express para obtener inmediatamente un pago de la empresa y liberar a los rehenes antes de que el caso se hiciera público.
Aparentemente, sin embargo, esos planes no funcionaron y el secuestro se ha complicado, lo que hace temer por la suerte de los rehenes.
En marzo pasado dos técnicos italianos que trabajaban en Libia para la empresa Bonatti murieron en circunstancias no aclaradas en un operativo para liberarlos.
Los dos, al lado de otros dos colegas, habían sido secuestrados ocho meses antes en la localidad libia de Sabratha.
jlcg