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San José.— Tras encabezar el equipo de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) que verificó la calidad de las elecciones legislativas de México en junio de 2015, la ex presidenta costarricense Laura Chinchilla Miranda enfrenta otra gigantesca encomienda: dirigir en los próximos dos meses la primera misión electoral que el organismo hemisférico desplegará en unos comicios en Estados Unidos.
Aunque envió más de 240 misiones electorales en 26 países de América Latina y el Caribe desde la primera, en febrero de 1962 a Costa Rica, hasta la más reciente, en mayo de 2016 a República Dominicana, la OEA nunca presenció consultas populares de EU.
Las del próximo martes 8 de noviembre, en las que la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump disputarán la presidencia y se elegirán otros puestos, serán las primeras con observación de la OEA.
De 57 años, Chinchilla fue designada por la OEA el pasado 9 de septiembre como jefa de la misión para EU y ayer concedió a EL UNIVERSAL la única entrevista desde que el foro interamericano anunció haber sido seleccionado, el 12 de este mes.
¿Qué trascendencia tiene la observación en EU?
—Supone una oportunidad de dimensiones históricas, no sólo porque a través de las misiones de la OEA los países se abren sin condiciones para mejorar sus sistemas electorales. Hay un mensaje muy positivo del gobierno de EU, que solicitó esta misión. Implícitamente se reconoce que hay espacio para mejorar y fortalecer el sistema electoral estadounidense con recomendaciones que haga la misión. Es una oportunidad histórica para fortalecer el trabajo de muchos años de la OEA de promover elecciones libres y justas en las Américas. Este gesto importante y trascendente de EU fortalece la credibilidad de la OEA.
¿Se equipara EU con parte del continente al someterse a observación?
—Efectivamente es reconocer, con absoluta humildad, la importancia de los procesos electorales, la necesidad de ser observados sin ningún tipo de condición, como hace la OEA con observadores imparciales. La actitud habla bien del liderazgo de la OEA, que se gana un espacio de respeto que hace posible que EU también, como otros países, acepte este tipo de misión.
¿Habrá interés en el voto de minorías latinas y caribeñas?
—Sí, está contemplado. Revisar los registros para votar, su participación en el proceso, así como equidad de género y participación de mujeres.
La gran meta de las misiones de la OEA en América Latina y el Caribe ha sido verificar si hubo o no fraude y si fueron elecciones limpias. ¿Se puede pensar en fraude en EU?
—Por supuesto que en un proceso electoral existen limitaciones y debilidades. En todos los sistemas, por más sólida, moderna y antigua que sea una democracia, siempre hay espacio para mejorar. Lo que no puede ser tolerado es cuando esas debilidades arriesgan la integridad del resultado. Las misiones tienen limitaciones y tampoco se garantiza observar el 100% de mesas electorales. Nunca ha ocurrido ni ocurrirá. Sería imposible. Se selecciona una muestra representativa.
¿En EU, cómo harán?
—En EU hay un sistema electoral muy diferente al que tradicionalmente ha observado la OEA: es profundamente descentralizado, con diferencias entre estados o condados. Tampoco hay autoridad electoral central, como en otros países, que garantiza la coordinación. Nos concentraremos en elementos estructurales y comunes a todos los estados: organización electoral, uso de tecnología, participación en la votación, financiamiento y comunicación. La muestra de estados será pequeña pero significativa en factores demográficos y geográficos y en representación política.