Washington.— Después de tres días de convalecencia y dudas, Hillary Clinton —quien está previsto que hoy vuelva al trajín de la campaña— reveló ayer su último informe médico. El desvanecimiento que sufrió en la conmemoración del 11-S y la posterior revelación de una neumonía pusieron en alerta a todo el país, y más tras las constantes insinuaciones sobre el estado físico y mental real de la candidata demócrata.

La edad de los dos candidatos (Trump tiene 70 años, Clinton cumplirá 69 el 24 de octubre) podría ser un problema. El magnate dará a conocer una parte de sus resultados médicos hoy en un programa televisivo (grabado ayer); Clinton se le adelantó. Hasta ahora, toda la información que se tenía de ella databa de julio de 2015, cuando la campaña electoral recién empezaba. Ahora, un año y dos meses después, las circunstancias la han obligado a actualizar la información.

El resumen de dos páginas firmado por su doctora de cabecera, Lisa Bardack, aspira a dejar atrás cualquier especulación sobre su salud y su capacidad para asumir las responsabilidades que le conllevaría ganar las elecciones. “Continúa manteniéndose saludable y en forma para servir como presidenta de Estados Unidos”, reza la carta.

“Es una mujer de 68 años sana, no genera ninguna duda”, dijo Adam Cifu, médico y profesor de la Universidad de Chicago, a EL UNIVERSAL. La salud de la candidata demócrata llevaba tiempo en el ojo del huracán, especialmente desde que en 2012 se deshidrató por culpa de un virus estomacal, cayó y sufrió una concusión y un coágulo en el cerebro y piernas. Además, experimentó episodios de visión doble un tiempo, lo que le obligó a llevar lentes. Según la doctora Bardak, el problema se solucionó en dos meses, pero las conspiraciones apenas empezaban. “Es posible que todavía queden síntomas de una concusión, pero no hay evidencia de que ella los esté teniendo”, comentó el doctor Cifu.

Basados en estas dudas y como arma de ataque, los republicanos aseguraban que Clinton carecía de la “energía” y la “fortaleza” para ser presidenta; incluso han insinuado que podría sufrir alguna enfermedad no revelada.

“Algo está pasando”, dijo Trump tras conocerse la neumonía. Su asesor Rudy Giuliani animó a buscar videos sobre una supuesta enfermedad de Clinton, que según las especulaciones iría desde un problema severo de tiroides hasta una lesión traumática cerebral, pasando por dificultad en el habla (disfasia) y “raros” ataques de tos.

Los hechos son que la candidata se sometió a un examen médico el 2 de septiembre, tras un día de baja temperatura, congestión y fatiga. Se le recetó una dosis leve de antibióticos pero la congestión empeoró, desarrollando una tos aguda. La siguiente semana se le detectó la “neumonía bacteriana leve y no contagiosa” a través de un escáner torácico.

Del desfallecimiento y golpe de calor del domingo, la doctora asegura que “ha sido evaluada varias veces y continúa mejorando” gracias al reposo y los antibióticos. El informe de Clinton ofrece además un detalle de los últimos análisis. “La revisión de su examen físico completo fue normal y está en excelente condición mental”, resume la doctora, quien además hizo un listado de la medicación que toma la candidata: hormonas para controlar la glándula tiroides, comprimidos para licuar la sangre —con el objetivo de evitar coágulos y controlar un historial familiar de enfermedades coronarias—, así como antihistamínicos y vitamina B-12 cuando es necesario.

En todo este tiempo, Clinton ha mantenido sus hábitos alimentarios y rutina de ejercicios: basa su dieta en proteínas bajas en grasas, vegetales y fruta; practica regularmente yoga, natación, camina y hace ejercicios de pesas. No fuma y bebe alcohol en ocasiones puntuales.

“Mi impresión general es que la señora Clinton se ha mantenido sana”, concluye el informe. “El reporte médico disponible de Clinton es completamente suficiente” para estar convencidos de su salud, afirma el doctor Cifu.

Donald Trump, por su parte, grabó ayer una entrevista con el médico televisivo —y controvertido— Dr. Oz, al que presentó un documento con los resultados de su revisión médica.

De los pocos datos que se han filtrado se sabe que el magnate está técnicamente obeso (pesa 119 kilos y mide 1.90 metros), a pesar de que no deja de repetir que está “magníficamente bien”. Hasta ahora sólo se conocía una carta escrita en diciembre y en cinco minutos por el doctor Harold Bornstein, en la que en términos hiperbólicos se aseguraba que Trump sería “el individuo más sano en ser elegido presidente”.

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