SAN JOSÉ.- Por ser oriunda de un país que, como Costa Rica, abolió el ejército desde 1948, Pilar Madrigal Zamora nunca vivió escenarios de guerra o terrorismo. Por eso, la vida de esta costarricense está marcada por un antes y un después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York.

Ese día tenía 31 años, estaba soltera y laboraba en la primera torre que se derrumbó. Ahora con 46, casada con el estadounidense Robert de Roma, de 45, con tres hijos—los mellizos Max y Julia, de 6, y el bebé Lucas, de un año y cinco meses—y ya con 22 años de residir en Nueva York, sigue laborando, como en 2001, en la Coalición Costarricense de Iniciativas para el Desarrollo, ente privado que impulsa la inversión extranjera en Costa Rica.

¿Dónde estaba en el momento del ataque?

A dos cuadras de la oficina, venía saliendo del tren subterráneo y vi el segundo avión chocar contra la torre. No sabía que otro avión ya había chocado contra la otra. Había mucho humo y vi perfectamente cuando el segundo chocó contra la torre. Pensé que era un accidente. Como sabía que iban a cerrar el edificio, decidí caminar un poco más rápido para llegar a sacar cosas de la oficina, llevármelas a mi casa. Pero ya estando un poco más cerca recibí una llamada telefónica con el mensaje de que era un ataque terrorista.

¿Cómo cambió su vida?

Por supuesto que sí repercutió mucho. Vivir una experiencia como esa solo le hace a uno recapacitar de la bondad de la vida, de lo que es tener vida, la habilidad de ver la vida con perspectiva diferente. Y de que la gran mayoría de problemas se ven pequeños versus lo que uno vivió ese día y lo que otras personas que sí fueron más directamente afectadas están viviendo hoy. Son todas esas personas que están en un duelo, porque perdieron a alguien o sufren alguna enfermedad a causa de eso.

En mi caso, gracias a Dios, por más de que sí pensé que era el último día de mi vida, para mí lo principal fue darme cuenta de que en el momento en que pensé eso, me persigné y le ofrecí a Dios que hiciera con mi vida lo que Él necesitara. Creo que en ese momento me di cuenta de que no le tengo miedo a la muerte. La verdad es que uno está aquí de paso. Repercutió en que hoy por hoy la vida la vivo con muchísima pasión. Todo lo que hago lo hago por completo. Aprovecho siempre para decir las cosas bonitas cuando hay que decirlas, porque uno no sabe si mañana va a tener oportunidad de decirlas. Tratar de ser un ser humano con bases nobles, fuertes y humildes. Hoy estoy feliz de estar con una familia, con mi esposo y mis tres hijos. Si hay algo que marcó mi vida fue ese día.

¿Cuál es el saldo de su vida tras los atentados?

Todo lo que ha pasado después de ese día ha sido ganancia. Absolutamente todo, en como veo la vida y aprovecho todos los momentos. Abrazo a mis hijos y a mi esposo todas las noches de mi vida y aprovecho y les digo cuanto los quiero, porque no sabe uno si mañana voy a tener la oportunidad de hacerlo. Todo lo que he hecho a partir de ese momento lo he hecho con muchísimas ganas y muchísima pasión, sabiendo que uno realmente la vida aquí uno está de paso.

¿Murió alguien cercano a usted?

Sí hubo dos personas que no es que eran cercanas pero desafortunadamente murieron. Eran personas humildes y trabajadoras, de mantenimiento, con las que yo compartía aunque fueran cinco minutos de mi vida todos los días.

¿Un valor que rescata de esos hechos?

La paz. Es un valor muy importante, pero no solo la paz mundial sino la paz interior. Es de lo más importante, porque la paz interior da para la paz en mundo. Uno realmente sí sufre mucho de ver que todavía hay tanta gente que se ve afectada por temas ideológicos que hacen que tanta gente muera y eso es muy doloroso. Para mí la paz es un sueño: es el sueño de todos. Pero lo más importante es empezar por la paz interior y poner aunque sea un granito de vida para que algo salga bien y que ojalá eso nos dé paz interior y motivo para seguir viviendo.

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