El senador estadounidense Bernie Sanders condenó el proceso contra la presidenta suspendida Dilma Rousseff en Brasil, que "parece un golpe de Estado", e instó al gobierno de Barack Obama a pedir que haya "elecciones democráticas" en el país suramericano para resolver la crisis.

Sanders, que fue el rival de Hillary Clinton en las elecciones primarias demócratas en EU, afirmó en un comunicado que está "profundamente preocupado por los esfuerzos para alejar del poder a la presidenta elegida democráticamente".

"Para muchos brasileños y observadores, el controvertido proceso (contra Rousseff en el Senado) se parece más bien a un golpe de Estado", indicó el popular senador por Vermont.

"El intento de alejar del poder a la presidenta Rousseff no es un juicio legal, sino político. Estados Unidos no puede quedarse en silencio mientras las instituciones democráticas de uno de nuestros aliados más importantes son socavadas", argumentó Sanders.

Estados Unidos debe "ponerse del lado de las familias trabajadoras en Brasil y demandar que esta disputa se resuelva con elecciones democráticas", opinó el legislador.

Según Sanders, la suspensión de "la primera mujer presidenta de Brasil" se produjo "por motivos dudosos", y el nuevo Gobierno interino asumió el poder "sin un mandato para gobernar" y "abolió el ministerio de mujeres, igualdad racial y derechos humanos", además de anunciar un gabinete "compuesto únicamente por hombres blancos".

"La nueva Administración, que no ha sido elegida (popularmente), anunció rápidamente planes para imponer políticas de austeridad, aumentar la privatización e instalar una agenda social de extrema derecha", agregó el senador.

Sanders no es el primer legislador estadounidense en expresar su preocupación por la situación en Brasil: a finales de julio, un grupo de 40 congresistas demócratas escribieron al secretario de Estado de EU, John Kerry, para pedirle que tuviera "el máximo cuidado en sus relaciones con las autoridades interinas de Brasil".

Kerry visitó Río de Janeiro la semana pasada y se reunió con el nuevo ministro de Exteriores brasileño, José Serra, sin hacer en sus declaraciones públicas ninguna referencia a la inestabilidad política en Brasil y subrayando el interés de Estados Unidos en seguir cooperando con la potencia suramericana en varios temas.

Desde que comenzó el proceso contra Rousseff, la Casa Blanca y el Departamento de Estado se han limitado a reiterar su "confianza en la capacidad de las instituciones democráticas de Brasil para superar la agitación política" actual.

jlcg

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