La provincia de Baluchistán, en el suroeste de Pakistán, amaneció hoy de luto, con banderas a media asta, colegios sin niños e instituciones gubernamentales cerradas tras el atentado suicida en un hospital de su capital, Quetta, que acabó con la vida de vida a 71 personas e hirió a otras 128.
"La provincia guarda tres días de luto. Todos los edificios del Gobierno, los centros educativos y los comercios están cerrados. La ciudad está paralizada", dijo el portavoz del Ejecutivo regional, Anwar ul Haq Kakar.
Los funerales de los fallecidos en el atentado comenzaron ayer y continúan en el día de hoy, añadió la fuente.
De acuerdo con el último cómputo, el atentado causó 71 muertos, 50 de ellos abogados, dos periodistas, y personal médico y policial.
Un hombre con ocho kilos de explosivos hizo detonar las bombas en la entrada de emergencias del Hospital Civil de Quetta, adonde poco antes había sido llevado el presidente de la Asociación de Abogados de Baluchistán, Bilal Anwar Kasi, asesinado a tiros en horas de la mañana.
Un gran número de abogados y periodistas habían acudido al centro médico tras conocerse la noticia de la muerte de Kasi, en torno a las 09.00 hora local (06.00 GMT), cuando el suicida provocó la explosión.
Además, 128 personas resultaron heridas, de las que 14 se encuentran en estado crítico.
El grupo talibán Jamaat ul Ahrar, escisión de la principal formación insurgente de Pakistán, el Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP), reivindicó el atentado y amenazó con nuevos ataques.
Más tarde, el grupo terrorista Estado Islámico (EI) también reclamó la autoría de la matanza en un comunicado difundido por su agencia de noticias Amaq.
Las autoridades paquistaníes han negado en los últimos meses la presencia del EI en su territorio.
El ataque de ayer es uno de los más graves en lo que va de año en Pakistán, sólo superado por el atentado suicida en un parque de Lahore que causó 73 muertos y más de 350 heridos en marzo.
lsm