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San Diego, California.— Durante las más de tres décadas de servicio en el Zoológico de San Diego, uno de los de mayor renombre en el mundo, el mexicano Jorge Sánchez, no registra la muerte de un solo “huésped” por negligencia, descuido o incompetencia.
“Ni reptiles, ni aves, ni mamíferos han muerto aquí por error de nuestra parte, al menos, no desde que llegué en los 80”, dice a EL UNIVERSAL durante un paseo por zonas de acceso exclusivo a personal autorizado.
“Simplemente es impensable en un zoológico en donde colaboran los mejores veterinarios, científicos, arquitectos y especialistas”, insiste.
El originario de Tijuana descarta que sea una cuestión de imagen y prestigio el prevenir casos dramáticos como el del gorila Bantú del Zoológico de Chapultepec, que falleció durante su preparación para el traslado a Guadalajara para su reproducción.
Más bien, continúa, es reflejo de una política en la que el bienestar animal es “el centro de la circunferencia. Todo lo que hacemos tiene como punto de partida lo mejor para el animal. Siempre actuamos de manera muy cuidadosa para no causarle estrés, que es uno de los mayores peligros”.
A lo largo de 32 años, Jorge Sánchez ha pasado por todas las áreas del parque, desde conservación, cuidado y nutrición, hasta preparación para sus traslados a otros parques.
En la actualidad, es responsable de las visitas VIP, tiene en su lista de visitantes a personalidades como Guillermo del Toro y Leonardo DiCaprio. El Zoológico de San Diego fue fundado en 1916 por el doctor Harry Wegeforth en respuesta a la necesidad de darle un hogar al león Prince, quien quedó varado en la ciudad fronteriza luego de la exhibición Panamá-California.
Está acreditado ante la Asociación de Zoológicos y Acuarios y la Asociación Americana de Museos como una organización sin fines de lucro en pro de la conservación, y a lo largo de 100 años se ha transformado hasta convertirse en un oasis de diversos climas recreados en 40 hectáreas y en el que viven más de 3 mil 700 animales de 660 especies y 700 mil plantas; todas custodiadas con tecnología de punta y más de 50 científicos de todo el mundo.
“No somos los mejores del mundo, ni queremos ser los mejores en todo, pero sí somos de los más famosos y tenemos cuidadores y empleados que sí son de los mejores”, asegura Sánchez.
Dice que la clave ha sido la autonomía obtenida por el acceso a sus propias fuentes de financiamiento, ya sea por concepto de entradas, donaciones o servicios especiales, como son las visitas VIP, cuyo costo es de 599 dólares por persona.
Igual de importante es que las decisiones son tomadas por un consejo formado por científicos, académicos, curadores y hombres de negocios.
“El no depender del gobierno, como los zoológicos gratuitos, nos ha permitido tomar decisiones en beneficio del animal y el visitante”, asegura.
Jorge Sánchez sostiene que los zoológicos privados y gratuitos persiguen los mismos objetivos: el bienestar y la conservación animal, así como la educación del público para una mejora del medio ambiente y la protección de los hábitat naturales ante la contaminación, el crecimiento de la mancha urbana, la caza y el tráfico.
Aunque el de San Diego ha ido mucho más lejos, apostándo a la expansión, con la apertura de un Safari de 730 hectáreas; la innovación e investigación a través del patrocinio de estudios científicos, y la autosuficiencia alimentaria, produciendo comida especializada como acacias, bambú, eucalipto y ficus.
Igual de importante ha sido el combate al exterminio. La organización tiene en marcha 140 programas de conservación en 38 países, entre ellos sobresalen los esfuerzos de rescate del rinoceronte de Sumatra y el demonio de Tasmania. “Somos más que un zoológico y eso nos hace diferentes del resto”, asegura.