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Akihito, el único monarca con el título de emperador, lleva 28 años al frente del milenario Trono del Crisantemo y está cansado. El 125 descendiente de la monarquía más antigua del mundo ha decido anunciar de manera prudente su deseo de abdicar.
El emperador de Japón, de 82 años y cuyo delicado estado de salud es motivo de preocupación desde hace más de una década, se dirigió hoy a los japoneses para explicar que debido a su avanzada edad y condición física le será difícil "seguir asumiendo responsabilidades importantes".
Se trata de una intervención bastante excepcional de un monarca conocido por su extremada discreción desde que accedió la trono el 7 de enero de 1989.
Solo en una ocasión anterior, el silencioso emperador se dirigió a su pueblo por televisión. Fue cinco días después del terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo de 2011, una tragedia en la que murieron casi 20.000 personas y que desencadenó la crisis nuclear de Fukushima.
El único emperador japonés que llegó la trono sin el halo divido de sus antecesores se quiere ir como ha reinado casi tres décadas, sin sobresaltos ni estridencias.
Sin embargo, su futura abdicación supone un quebradero de cabeza para el formalismo japonés ya que la Ley de Sucesión nipona no contempla que el emperador ceda su puesto en vida a su heredero.
De aspecto frágil y elegante, el emperador se sometió en 2012 a una operación coronaria de "bypass" y en 2003 fue operado de cáncer de próstata.
Además, el 2008 sufrió una hemorragia estomacal, enfermedad que llevó a la muerte a los 87 años a su padre Hirohito, que en 1945 renunció al carácter divino de su puesto tras la derrota nipona en la II Guerra Mundial.
Akihito, al que la Carta Magna nipona le señala como "símbolo del Estado y de la unidad del pueblo" tiene un papel meramente ceremonial pero a pesar de las limitaciones del protocolo y ley siempre ha mostrado su deseo de conectar con su pueblo.
Los japoneses en general muy escépticos con la volátil clase política le ven como una figura de estabilidad y continuidad.
Desde su ceremonia de entronización en el 12 de noviembre de 1990 tras la muerte de su padre un año y diez meses antes, Akihito ha convivido con 16 primeros ministros y 23 gobiernos diferentes.
En sus escasas intervenciones este emperador ha pretendido responder al nombre con el que se conoce la era que se inició con su llegada al trono, denominada "heisei" o paz.
Su marcado tono pacifista quedó especialmente patente durante 2015, cuando se cumplió el 70 aniversario del final de II Guerra Mundial y mostró su remordimiento por las agresiones durante el conflicto del Ejército imperial nipón.
El emperador, que inició entonces una "gira de la paz" para rendir homenaje a las víctimas del conflicto en territorios ocupados por Japón como Saipán, Palau y Filipinas, se ha desmarcado claramente de la actitud revisionista de la historia del actual Gobierno del conservador Shinzo Abe.
Nacido el 23 de diciembre de 1933 y educado por estrictos tutores imperiales, la II Guerra Mundial lo envió de niño refugiado a las montañas de Nikko y, cuando en 1952 fue proclamado heredero imperial como único hijo varón de su padre, ya sabía que su papel se limitaría a tareas de representación.
Akihito empezó a romper moldes, aunque siempre de manera prudente, en 1959 cuando se convirtió en el primer heredero al trono en casarse con una plebeya, la actual emperatriz Michiko, a la que conoció jugando al tenis y junto a la que ha visitado unos 30 países.
Además, decidió educar a sus hijos personalmente, viajar en un avión comercial, visitar China (país invadido bajo el reinado de su padre), reunirse con un Papa y lamentar la actuación de Japón durante la guerra.
Aficionado al tenis, reputado experto en el estudio científico de los peces gobios, intérprete de violonchelo y autor de poemas "wakas", Akihito tiene tres hijos y cuatro nietos.
Su heredero es Naruhito, de 56 años, quien sólo ha tenido una hija, Aiko, de 14 años, por lo que el encargado de seguirle en la línea de sucesión es su sobrino Hisahito, de 9 años, único príncipe varón nacido en el Trono del Crisantemo en cuatro décadas.
lsm