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Alimentar a una jirafa, nadar entre delfines o ver a un chimpancé hacer rostros graciosos detrás de las rejas no es tan divertido como parece, afirma Alicia Aguayo, de la organización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA por sus siglas en inglés).
Detrás del entretenimiento, continúa la activista de Los Ángeles, hay estrés, frustración, maltrato y traumas causados por la condición de cautiverio en la que se encuentran los animales que habitan en zoológicos y acuarios. “Los animales silvestres nunca podrán ser felices en una jaula, en la naturaleza esos animales se moverían por millas cada día, pero en cautiverio se les priva la oportunidad de vagar, elegir una pareja, tener una familia, cazar para alimentarse, huir de conflictos”, dice a EL UNIVERSAL.
“El constante estrés del cautiverio puede causar sicosis en los animales silvestres y eso les puede conducir a desarrollar comportamientos antinaturales, como por ejemplo, morder barrotes, automutilarse, caminar de un lado al otro sin fin, así como aumentar su agresividad. Incluso en el mejor de los zoológicos, el cautiverio es un infierno para los animales”, sostiene Aguayo, quien entre otras funciones, es responsable de sumar el apoyo de celebridades para la organización; tal ha sido el caso de Kate del Castillo, Alfonso Herrera, Marjorie de Sousa y Marco Antonio Regil.
Naomi Rose, investigadora del Animal Welfare Institute, quien ha observado durante centenares de horas a mamíferos marinos en su ambiente natural, sostiene que uno de los casos más emblemáticos es el de delfines y ballenas; 621 animales en cautiverio en 10 estados de la Unión Americana.
“Estos animales necesitan espacio y condiciones que son imposibles de satisfacer en cautiverio, por lo que sólo sufren encerrados”, dice en entrevista la bióloga marina. Sostiene que ni siquiera los parques de renombre internacional, como Sea World —instancia que buscó este diario y no estuvo en condiciones de brindar una entrevista— cuentan con instalaciones adecuadas a las exigencias físicas y sicológicas de estos animales.
“Las personas que trabajan con delfines y ballenas en cautiverio nunca las han visto y estudiado en su estado natural, por lo que equivocadamente piensan que las entienden. Por lo tanto, su función no es ni de educación, ni conservación como aseguran, por el contrario, están desinformando, al afirmar que la vida en cautiverio es normal”, dice.
De acuerdo con estudios de la organización británica Whale and Dolphin Conservation, los delfines en cautiverio pasan 80% del tiempo en superficie, cuando lo normal es 20%; y estima que en promedio necesitan dar mil 320 vueltas al estanque para cubrir las 6 millas que recorren sus contrapartes salvajes.
Los expertos coinciden en que el entretenimiento y el lucro son los únicos objetivos de los “reinos” animales recreados por el hombre. Aseguran que en lugar de financiar parques temáticos, los fondos deberían dirigirse a la protección de las especies en su hábitat. Además consideran que la responsabilidad de poner fin a estos espacios recae en el público, que no debería apoyar ningún negocio que lucre con los animales.
“Los zoológicos no son la solución para la extinción, regresar animales reproducidos en cautiverio al medio silvestre es en la mayoría de los casos imposible”, sostiene Aguayo. “El tener animales enjaulados no hace nada para aumentar el respeto hacia ellos, todos los visitantes, principalmente los niños, aprenden que los animales pueden pasar el resto de sus vidas tras las rejas para una pequeña distracción de la gente”, agrega.
No todas han sido batallas perdidas en la lucha por cambiar las actuales políticas de cautiverio; hay señales de cambio, principalmente en América Latina, que ha tomado la batuta poniendo el ejemplo: México y Colombia han adoptado leyes sobre la prohibición de animales en circos, mientras que Buenos Aires adoptó la decisión de cerrar el zoológico y convertirlo en santuario. “Los zoológicos y acuarios del mundo deberían seguir el modelo de los santuarios, sin fines de lucro y establecidos bajo los estándares de la Federación Mundial de Santuarios de Animales”, indica Aguayo.
En Estados Unidos hay algunos avances, aunque a decir de ambientalistas son insuficientes. Sea World puso fin a su polémico programa de cría de orcas. “Tenemos que responder al cambio de actitud que hemos ayudado a crear”, dijo el presidente de Sea World Parks, Joel Manby, en un editorial publicado en el diario Los Ángeles Times. La compañía tiene 29 orcas en sus parques de San Diego, Orlando, San Antonio y Tenerife, y argumenta que no las libera porque no sobrevivirían en la naturaleza.