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El presidente de Francia, François Hollande, y el gobierno en su conjunto inician unas vacaciones de verano marcadas por la amenaza yihadista y la necesidad de estar en constante alerta ante la posibilidad de que se produzcan nuevos ataques.
El consejo restringido de Defensa con el que hoy comenzaron el día, marca la pauta de una tregua estival que se verá interrumpida oficialmente en un par de ocasiones, los próximos 11 y 17 de agosto, para hacer un nuevo balance de la situación.
La consigna dada a los miembros del Ejecutivo, según informó la ministra de la Familia, la Infancia, y los Derechos de la Mujer, Laurence Rossignol, es que no se alejen "demasiado" de París, que puedan volver rápidamente a la capital y que no desconecten de la actualidad.
Este último parón estival en el mandato socialista, el que precede a las elecciones presidenciales de 2017, coincide con un momento en que la omnipresencia de la alerta terrorista es todavía más fuerte que el año pasado.
Tras los atentados yihadistas de enero y noviembre de 2015, Francia se volvió a ver golpeada de forma significativa el pasado 14 de julio en Niza, con 84 muertos durante la celebración de la Fiesta Nacional, y 12 días más tarde en una pequeña localidad de Normandía, donde un cura fue degollado mientras oficiaba misa.
La anulación en serie de ciertas actividades deportivas y culturales en ciudades como Marsella y Aviñón, o el considerable refuerzo de la seguridad en aquellas que se mantienen, evidencia los temores de un país que, según su ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian, "está en guerra".
"La seguridad de Francia está en juego. Hollande quiere que prestemos una atención muy fuerte y tiene razón", dijo hoy este último, que, junto al primer ministro, Manuel Valls, y a los titulares de Interior (Bernard Cazeneuve), Justicia (Jean-Jacques Urvoas) y Exteriores (Jean-Marc Ayrault), va a estar especialmente movilizado.
Los menos expuestos tienen derecho a una pausa más prolongada hasta el próximo Consejo de Ministros el 22 de agosto, pero la agenda del núcleo duro del Ejecutivo va a forjarse al compás de los acontecimientos, con conversaciones diarias de Hollande con Valls, Cazeneuve y Le Drian.
El paréntesis del presidente, de hecho, no comienza de forma inmediata. Esta noche tomará un vuelo con destino a Río de Janeiro y aprovechará su participación en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos este viernes para defender la candidatura de París para los de 2024.
Los medios franceses han detallado que Hollande, que el 12 de agosto cumple 62 años, pasará algunos días después en la residencia oficial de la Lanterne, cercana al palacio de Versalles, y se especula con que se desplace también al sur de Francia.
Valls viajará a Alpilles, también en el sur, aunque según "Le Parisien", tiene prevista, al menos, una "salida temática" a la semana, principalmente sobre cuestiones de seguridad, mientras que Le Drian irá a su casa familiar en Bretaña (noroeste) y Cazeneuve descansará en Oise, al norte de la región parisina.
En la isla de Yeu, en la costa atlántica, podrían coincidir hasta cinco cargos: el ministro de Finanzas, Michel Sapin, la de Sanidad, Marisol Touraine, Rossignol y los secretarios de Estado de Enseñanza Superior, Thierry Mandon, y de Reforma del Estado, Jean-Vincent Placé.
Entre las excepciones, la titular de Ecología, Ségolène Royal, que disfrutará apenas de cuatro días de vacaciones y emprenderá después un par de viajes de trabajo a África y al Ártico, como parte en ese segundo caso de una expedición científica sobre el impacto del calentamiento climático.
Pero el ambiente, según un consejero presidencial, nunca ha sido tan tenso: "48 horas de tranquilidad (...) se han vuelto casi sospechosas, y uno se pregunta qué es lo que puede pasar", afirmó a la emisora "France Info".
jlcg