La cuenta de Twitter de Álvaro Uribe es un extenso menú de repudio a las negociaciones que el gobierno del presidente colombiano Juan Manuel Santos y las (todavía) subversivas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) realizaron desde noviembre de 2012 en Cuba y que remataron con la firma de la paz el pasado 24 de agosto.
Dentro y fuera del gobierno, de las FARC, de los partidos y de múltiples focos de la sociedad civil de un país hastiado de la violencia, hay simpatizantes y adversarios de un proceso que, con seguidores y rivales, ya es histórico para Colombia y está expuesto a tensiones, tropiezos, provocaciones, avances y retrocesos.
Así es como Uribe, el poderoso político colombiano que fue presidente de 2002 a 2010, está instalado en la cúspide de las voces que, casi desde el mismo inicio secreto o abierto de las negociaciones, rechazó las concesiones a “los terroristas” de las FARC. El alegato esencial es, entre muchos otros, que a las FARC se les permitirá eludir la justicia y mantener impunidad sobre sus actos “criminales” contra los colombianos y gozarán de los beneficios políticos de la institucionalidad de Colombia.
“Estamos en batalla de no” para rechazar una paz que conlleva más violencia, adujo, en referencia a que los colombianos deberán acudir a un plebiscito el próximo 2 de octubre para decidir si aprueban o rechazan los acuerdos de paz.
“Las FARC no ofrecen perdón y no se arrepienten de sus actos. Se burlan de las víctimas y del país”, fustigó el ex gobernante.
Navegar en los mensajes de Uribe en Twitter es toparse con las voces duras en contra del pacto. Una característica de los comentarios de Uribe es que, aunque hay otros objetivos, el presidente Santos y las FARC son los principales blancos de sus diarios e incansables ataques.
“Santos ordena a los jueces aprobar acuerdos con la FARC por encima de la ley”, reprochó en mensaje en esa red. “Santos pone por encima del ordenamiento jurídico los acuerdos con las FARC”, afirmó.
“Santos ha entregado el país a las FARC abusando de la palabra paz”, insistió.
“Gobierno Santos y FARC pisotean los derechos humanos”, recalcó.
Pero hay otros objetivos en sus constantes reprimendas como líder del Centro Democrático, el partido que encabeza la fuerte oposición al proceso de paz. Uribe ha aclarado que tampoco está en contra de la paz y que a lo que se opone es al tipo de paz que se gestó. El diplomático estadounidense Bernard Aronson, enviado especial del gobierno de Estados Unidos a las negociaciones de paz en Cuba, tampoco ha escapado a sus cotidianos reclamos.
En un documento que adjuntó a un mensaje en Twitter, Uribe fustigó:
“Olvida el señor Aronson que la FARC es el mayor cartel de cocaína del mundo y este gobierno [colombiano] los premia con la asimilación del narcotráfico a delito político sin cárcel, sin extradición pero sí con elegibilidad política”. Aronson también “olvida”, agregó, que las FARC son “uno de los grupos terroristas más ricos del mundo al que no le exigen un solo centavo para reparar a las víctimas”.
Los colombianos, ratificó el ex jefe de Estado, “quieren una paz verdadera, no un acuerdo con el terrorismo que genera más violencia”.
La paz, reafirmó, debe ser “sin impunidad”, pero “con cárcel para los cabecillas” de las FARC.
Y aclaró: “No soy amigo de la guerra, sino de la seguridad”.