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La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, suspendida de sus funciones y que a partir de este jueves enfrentará la fase final del juicio político que le puede costar el cargo, dijo hoy que el proceso es "una farsa" tejida por la "elite" económica.
Rousseff participó en un acto celebrado en un pequeño teatro de Brasilia al que acudieron cientos de personas, ante las que volvió a proclamar su inocencia e insistió en presentarse como víctima de un "golpe de Estado".
La mandataria rechazó por enésima vez las acusaciones que pesan en su contra, fundamentadas en graves irregularidades fiscales y dijo que el proceso es "una farsa" montada por la "elite brasileña" para "acabar con las conquistas sociales" de los últimos años.
Según Rousseff, el "poder económico" y la "elite conservadora", junto con "sectores de la prensa", intentan implantar unas políticas de corte neoliberal para "privatizar todo lo que puedan" y someter "la soberanía brasileña a los grandes capitales".
El capítulo final del proceso de destitución de Rousseff, que se arrastra desde diciembre pasado, comenzará mañana, cuando el pleno del Senado se reunirá para escuchar por última vez a los testigos de la parte acusadora y de la defensa.
Luego, el lunes 29 de agosto, presentará su testimonio la propia Rousseff, quien decidió ejercer su defensa personalmente por primera vez desde que se instauró el proceso.
Tras escuchar a la mandataria, el Senado debatirá el proceso y luego procederá a la última votación, que se prevé se realizará entre el martes y el miércoles.
Rousseff está suspendida de sus funciones desde el pasado 12 de mayo, cuando fue instaurado el proceso, y desde ese mismo día la sustituye el hasta entonces vicepresidente Michel Temer, quien en caso de su destitución completará el mandato que vence el 1 de enero de 2019.
La presidenta será finalmente destituida si así lo decide una mayoría calificada de 54, que representan dos tercios del total de 81 senadores.
Por el contrario, si fuera absuelta, recuperaría el poder, con lo cual Temer quedaría relegado a una vicepresidencia que se considera inviable, pues está públicamente enemistado con la mandataria, que le acusa de "traidor" y "golpista".
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