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Los ejércitos de Siria y de Rusia han atacado en las últimas dos semanas seis hospitales en territorio controlado por fuerzas rebeldes sirias, lo que ha causado la muerte de al menos 17 civiles, denunció hoy Human Rights Watch (HRW).
En un comunicado, el organismo de defensa de los derechos humanos pidió por ello al Consejo de Seguridad de la ONU que conduzca una investigación independiente sobre los ataques, para llevar ante la justicia a los responsables de lo que podrían constituir crímenes de guerra.
HRW documentó ataques lanzados por ofensivas sirias y rusas contra seis centros de salud en las provincias de Idlib y de Alepo en las últimas dos semanas, todos los cuales provocaron el cierre de las instalaciones. Los ataques causaron además la muerte de 17 civiles y heridas a seis individuos.
Asimismo, de acuerdo con la Sociedad Médica Siria Estadunidense, que opera clínicas en zonas controladas por la oposición, se registraron 43 ataques contra instalaciones médicas en julio pasado, el peor mes para los hospitales desde el inicio del conflicto en Siria, en marzo de 2011.
Nadim Houry, subdirector para el Medio Oriente de HRW, precisó que los ataques contra hospitales se han convertido en rutinarios en Siria, y que hasta el momento no ha habido ninguna investigación ni el inicio de un proceso de justicia respecto de estos actos criminales.
“Con el intenso bombardeo continuando de manera implacable en Alepo especialmente, los hospitales y las clínicas necesitan ser tratadas como lo que son, lugares sagrados donde se salvan vidas, y no como objetivos adicionales para ser atacados”, aseguró Houry.
HRW puntualizó que hizo contacto con los administradores de cuatro de los hospitales atacados, así como de un banco de sangre también agredido, que expresaron que las instalaciones blanco de las ofensivas estaban claramente identificadas como centros de salud.
El organismo recordó que bajo el derecho internacional, las instalaciones médicas gozan de protección especial, además de que también están resguardadas por las leyes aplicables a toda infraestructura civil en casos de conflictos.
Estas protecciones señalan que las instalaciones médicas nunca deben ser atacadas, a menos que sean usadas con propósitos militares o para cometer actos hostiles contra una de las partes en conflicto.
Houry explicó que para los doctores y las enfermeras en Siria, así como para los enfermos y heridos en ese país, las palabras del Consejo de Seguridad son hasta el momento promesas vacías.
“Las potencias mundiales pueden no alcanzar un acuerdo para la solución del conflicto en Siria, pero de seguro pueden alcanzar un acuerdo sobre los pasos necesarios para garantizar que aquellos que atacan hospitales algún día enfrentarán la justicia”, enfatizó Houry.
ae