Estambul.— El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, trazó ayer un símil entre la “limpieza” que puso en marcha tras la intentona golpista del pasado 15 de julio y los despidos masivos llevados a cabo en Alemania en el marco del proceso de reunificación en 1990.

“Durante la reunificación, ustedes lo hicieron a una escala aún mayor”, afirmó Erdogan, aludiendo a Alemania, durante una reunión con empresarios del sector exportador turco en el palacio presidencial en Ankara. “Ustedes lo hicieron y ahora nos quieren aleccionar”, agregó.

La policía turca detuvo a 112 empresarios en varias provincias, a los que se acusa de tener lazos con el clérigo Fetullah Gülen, autoexiliado en Estados Unidos y a quien el gobierno de Ankara señala como el responsable del intento de golpe de Estado, informó la agencia de noticias Anadolu.

Se trata de una de las últimas batidas en Turquía, donde más de 16 mil personas han sido arrestadas tras la intentona golpista. Más de 60 mil funcionarios públicos han sido suspendidos o despedidos, mientras que a más de 21 mil profesores se les ha retirado la licencia para poder enseñar.

El mandatario prometió que las purgas continuarán en la administración hasta “limpiarla” de simpatizantes de la cofradía gülenista. “Lo haremos por el país, por la nación. Los que sean: 10 mil, 20 mil, 50 mil, 60 mil, 100 mil, 200 mil... Haremos lo que sea. Debemos hacer esa limpieza, sea en la institución que sea”, dijo Erdogan, quien llamó a los ciudadanos a cumplir su “obligación patriótica” denunciando ante las fuerzas de seguridad también a amigos que simpaticen con Gülen. “Están infiltrados por todas partes, como un virus”, subrayó.

“Pueden ser sus amigos, sus colegas. Les digo que a éstos también hay que denunciarlos. Hay que informar de ellos a nuestros fiscales, a nuestros aparatos de seguridad”, dijo.

El presidente turco criticó a los bancos del país, a los que demandó aumentar el acceso a crédito barato y amenazó con tomar medidas si el sector se niega a cumplir con las exigencias del gobierno.

En tanto, una ola de ataques perpetrados por rebeldes kurdos contra policías y soldados en el sureste de Turquía dejó por lo menos 12 muertos.

Los rebeldes del Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo) lanzaron ataques simultáneos con bomba hacia vehículos de policía en la ciudad de Diyarbakir y el poblado de Kiziltepe, lo cual derivó en ocho muertos, mientras que cuatro soldados perdieron la vida al sufrir otro ataque cerca de la frontera con Irak horas antes.

Los choques entre el PKK y las fuerzas de seguridad de Turquía se reanudaron el año pasado luego de que se viniera abajo un débil cese del fuego. Este partido frecuentemente agrede a policías y soldados con bombas al pie del camino o coches-bomba.

Esta semana, Cemil Bayik, el comandante del PKK, había amenazado con efectuar ataques contra policías en ciudades turcas, de acuerdo con reportes de prensa.

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