Hoy, como cada 18 de julio, una multitud se reunió para recordar un nuevo aniversario del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Argentina, en el que en 1994 murieron 85 personas. El acto se desarrolló en las puertas del nuevo edificio de la AMIA, en el populoso barrio de Once, y tuvo una fuerte carga política con la presencia del presidente Mauricio Macri (que no habló) y algunos de sus ministros, incluido el de de Ambiente y Desarrollo Sustentable, que es el rabino Sergio Bergman.

La muerte del fiscal Alberto Nisman, a cargo de investigar este mismo atentado desde la Unidad Fiscal-AMIA, ocurrió en enero de 2015 y la justicia aún no ha declarado si fue un homicidio o un suicidio. Luego de su muerte, la unidad fiscal adquirió rango de Secretaría del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.

L Asociación Mutual Israelita Argentina es el centro más grande de la comunidad judía de este país (que es la sexta en el mundo), y fue blanco de un ataque por el cual la justicia argentina acusó formalmente al gobierno iraní y a Hezbollah, considerando que hubo también una conexión local compuesta por un ex comisario y otras personas.

“Les pedimos al titular de la Unidad AMIA, Mario Cimadevilla, y al Ministro de Justicia, Germán Garavano, que la investigación [del atentado] sea una prioridad de Estado”, dijo en su discurso el vicepresidente de la AMIA, Ralph Thomas Saieg. “Es una vergüenza ​que nada menos que un fiscal de la Nación, a pocas horas de tener que ir a hablar frente al Congreso, haya aparecido sin vida en una situación absolutamente extraña, y después de 18 meses la Justicia argentina ha sido incapaz de ofrecer una respuesta sobre qué fue lo que sucedió”, agregó luego, con respecto a Nisman.

En un reciente informe oficial, los tres fiscales que hoy trabajan en la Unidad AMIA (Sabrina Namer, Roberto Salum y Leonardo Filippini) señalaron las principales irregularidades de una investigación deficiente: en el expediente hay testigos falsos, un cadáver no identificado, material genético de las víctimas y del supuesto atacante suicida que debe volver a ser analizado, y documentación en pésimo estado de conservación.

Los fiscales convocaron al Equipo Argentino de Antropología Forense para confirmar la identidad de Ibrahim Hussein Berro, el supuesto atacante suicida, y corroborar la pista que seguía Nisman. Para eso, en noviembre de 2015 libraron un exhorto a las autoridades del Estado de Michigan, Estados Unidos, donde viven los hermanos Hussein Berro, que podrían aportar sus muestras genéticas.

Pero hay una segunda pista que no apunta a Irán, sino a Siria. “La interrupción de la investigación de la denominada pista Kanoore Edul [Siria] se dio a partir de una orden ilegal que habría transmitido el entonces Presidente de la Nación [Carlos Menem] y que habría derivado en la suspensión de un allanamiento, la baja de intervenciones telefónicas, la desaparición de casetes y legajos de escuchas telefónicas y en diversas dilaciones y omisiones en la investigación”, se lee en el informe.

“El atentado a la AMIA es un símbolo de las cosas que nos cuesta aprender a los argentinos”, dijo Gerardo Young, un periodista que cubrió el caso desde sus inicios y hasta la actualidad, y que hoy participó del acto. “La justicia tiene la misión de darnos paz, pero eso no pasa. El atentado cambió nuestra geografía. Nos recordó que la locura no tiene fronteras. ¿Seguimos siendo los mismos después de ese 18 de julio? Seguro que no. Es una marca generacional y cultural”.

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