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Madrid.— En enero Mohamed Lahouaiej Bouh- lel, camionero, tuvo una discusión de tráfico. Perdió los nervios y atacó con una pala a otro conductor. Un tribunal le condenó por agresión y tuvo que permanecer dos meses bajo control judicial. No era la primera vez que este ciudadano francés, nacido hace 31 años en M'saken (Túnez), sufría una explosión de violencia, pero eso no bastaba para imaginar que pudiera protagonizar un ataque como el del jueves en Niza, en el que mató al menos a 84 personas.
El Ministerio del Interior francés confirmó ayer que Lahouaiej Bouhlel fue el hombre que conducía el camión que se lanzó en una carrera homicida por el Paseo de los Ingleses, en Niza.
El hombre estaba fuera de las listas policiales de sospechosos de terrorismo. No se le atribuían contactos con yihadistas, no era un musulmán especialmente devoto; sólo tenía antecedentes judiciales por robo y violencia doméstica.
Lo poco que se sabe hasta ahora de su crimen es que el jueves, en una noche apacible de calor mediterráneo y fuegos artificiales, subió al vehículo, que había alquilado el lunes en la localidad cercana de Saint-Laurent-du-Var y que debería haber devuelto el miércoles. Condujo hasta una zona turística llena de paseantes y, transformando el camión en una bala de 19 toneladas, lo disparó a 90 kilómetros por hora contra la multitud, dando volantazos para que no escapara nadie.
Un hombre se lanzó sobre la cabina intentando detenerlo, pero Lahouaiej Bouhlel lo empujó y siguió conduciendo. Cuando la policía se le cruzó, disparó contra tres de los agentes. A ellos se les unieron refuerzos y se desató una balacera. Después de ser acribillado con una cincuentena de disparos a través del parabrisas y las puertas, dejó de pisar el acelerador.
El camión se detuvo. El fiscal antiterrorista francés, François Molins, aseguró ayer que, junto al cuerpo del homicida se encontró una pistola y un cargador, dos réplicas de fusiles y una pistola falsa, una granada inutilizada, un teléfono y documentos de identidad.
Ningún grupo terrorista ha reconocido hasta ahora tener relación con Lahouaiej Bouhlel. La policía registró su casa en un barrio popular del norte de Niza.
Su mujer, con la que estaba en proceso de divorcio, reside en Túnez con los tres hijos de la pareja. Los vecinos de Lahouaiej Bouhlel, entrevistados por la prensa local, lo describieron como silencioso y cada vez más antisocial. Un hombre al que le gustaba jugar al póquer y beber. Este perfil es similar al de los atacantes de la sala Bataclan de París en noviembre: hombres silenciosos y solitarios.