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Niza.— Luego de respirar la agonía al final de los juegos artificiales del 14 de julio, Niza está en calma, apacible y silenciosa.
Los residentes y turistas de una urbe ubicada en el corazón de una de las regiones más ponderadas del mundo siguen sin dar crédito al horror protagonizado la noche del jueves por un camión que arremetió contra la multitud causando al menos 84 muertos y alrededor de media centena de heridos.
“Nunca pensé que podría suceder esto en Niza, aquí siempre nos hemos sentido seguros”, dice a EL UNIVERSAL el taxista Rachid Auffray, quien asegura haber prestado servicio gratuito durante la noche de terror a familias separadas y en shock.
También se percibe en el aire un sentimiento de cólera, de enfado contra las autoridades, las cuales ocho meses después de los ataques coordinados de París se enfrentan una vez más con un asalto suicida.
“Antes era raro ver policías, ahora están en todas partes de la ciudad, ¡ya para qué! ¡Es muy tarde!”, se queja Pascal, quien trabaja en el Royal, un hotel que sirvió de refugio tras los hechos. De acuerdo con testigos, alrededor de las 22:30 hora local, un camión frigorífico eludió por la banqueta el bloqueo policiaco y se lanzó contra la multitud que asistía a los fuegos artificiales.
Conduciendo en zigzag por más de 1.7 kilómetros fue dejando a su paso cuerpos y heridos hasta que fue neutralizado a tiros por la policía. El vehículo, conducido por un tunecino de 31 años que ha sido identificado como Mohamed Lahouaiej Bouhlel, quien supuestamente operaba como repartidor en la localidad, mostraba unas 50 perforaciones de bala. “El pánico duró al menos dos horas, todos gritaban”, recuerda Pascal.
El Paseo de los Ingleses, en donde el primer camión terrorista usado en suelo europeo hizo su carnicería, permaneció cerrado hasta las 22:50 horas del viernes. “Es una sensación de libertad el poder caminar de nuevo por el boulevard, pero también de gran tristeza y dolor por los hechos inimaginables de ayer”, sostiene Madeline Maso, de Florida.
En el vehículo que usó el tunecino se encontraron documentos de identidad, una tarjeta de crédito, un teléfono celular y un arma corta de calibre 7.65 que utilizó antes de perder la vida. La fiscalía local, en conjunto con la unidad antiterrorista de París, analiza toda la información disponible.
A diferencia de París y Bruselas, dos ciudades aterrorizadas recientemente por los yihadistas, la seguridad es discreta en la elegante y popular metrópoli de la Costa Azul.
En la urbe ubicada en el sur de Europa, en el extremo sudeste de Francia, entre los Alpes, la Provenza, Córcega e Italia, tampoco se siente un clima de miedo, como el que dominaron las capitales de Bélgica y Francia el día después de los atentados.
En la Ciudad de la Luz, por ejemplo, el día siguiente de los ataques extremistas —registrados el 13 de noviembre de 2015 y que dejaron un saldo de 130 muertos— se vivió un ambiente estilo toque de queda, con calles desiertas y la suspensión de toda actividad pública masiva. El golpe registrado el pasado 22 de marzo enBruselas, que dejó 35 muertos y más de 300 heridos, alteró radicalmente la vida de los locales.
Niza muestra señales de firmeza y de que no se rendirá ante los extremistas. Policías consultados por este diario afirmaron que más de la mitad de los comercios abrieron. Hay un sentimiento de luto, pero éste se respira en el Paseo de los Ingleses. En la avenida paralela, Rue Masséna, la vida en las terrazas mediterráneas continuaba en aparente normalidad.