Asunción.— Los desastres naturales en las Américas impactan directamente sobre la agricultura y arriesgan la seguridad alimentaria en la región, advirtió ayer la oficial regional de gestión de riesgo de desastres de la Agencia de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Anna Ricoy.
Ricoy, de nacionalidad española, asistió ayer, en la capital paraguaya, a la primera reunión ministerial y de autoridades de alto nivel de las Américas para la implementación del Marco de Sendai 2015-2030, que busca trazar una hoja de ruta regional para la reducción de riesgos de desastres naturales.
La experta de la FAO expuso en entrevista con EFE que el sector agrícola absorbe 16% de las pérdidas ocasionadas por los desastres naturales en
la región, donde 50% de estos daños corresponde a inundaciones, 20% a sequías, y 10% a tormentas, según los datos recabados en el decenio 2003-2013. Sin embargo, Ricoy alertó que estas cifras subestiman las pérdidas ocasionadas por los “desastres silenciosos”. Citó como ejemplo la prolongada sequía que enfrentan los países del llamado Corredor Seco de Centroamérica, que “socava los medios de vida de las poblaciones rurales y afecta a la producción de alimentos” en zonas de Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Honduras y parte de Costa Rica y Panamá.
En este Corredor Seco, cerca de 3.5 millones de personas se encuentran en inseguridad alimentaria debido a la sequía y alrededor de 2.8 millones de ellas necesita asistencia humanitaria.
Robert Glasser, representante especial del secretario general de Naciones Unidas (ONU) sobre la reducción del riesgo de desastres, participó también en la reunión, que concluye hoy. Subrayó que la pobreza y la vulnerabilidad a los desastres naturales están “muy claramente vinculadas” en la región de las Américas. Explicó que en varios países de la región hay grandes concentraciones de personas que viven en la pobreza y tienden a asentarse en áreas marginales, como las riberas de ríos, donde son especialmente vulnerables a las catástrofes.
Además, el hacinamiento de la población en estas zonas facilita el surgimiento, la transmisión o el resurgimiento de enfermedades, aseguró. Glasser explicó que las personas pobres en estos países tienen muchas menos oportunidades para recuperarse de las consecuencias de los desastres naturales, y tampoco encuentran opciones para prepararse frente a ellos.
Expuso que, mientras las mayores pérdidas económicas ligadas a los desastres naturales se registran en los países más ricos, los Estados en vías de desarrollo enfrentan las mayores pérdidas de vidas humanas. El experto detalló que, en algunos casos, un solo evento natural puede ocasionar pérdidas equivalentes al 100% del producto interior bruto (PIB) de una nación.
Ricardo Mena, jefe de la oficina regional para las Américas de la oficina de la ONU para la Reducción del Riesgo en Desastres (UNISDR), destacó que pequeños y medianos desastres, como tormentas, inundaciones o sequías provocan 90% de los daños que registran los países de América, aunque por lo general la atención se centra en eventos grandes como terremotos porque “tienen gran impacto”.
Ayer se informó que debido al terremoto de abril, Ecuador registrará un decrecimiento anual de 0.3%. La reconstrucción costará unos 3 mil 344 millones de dólares.