Madrid.— España vota hoy por segunda vez en seis meses para elegir a su presidente. Tras las fallidas negociaciones que siguieron a los comicios del 20 de diciembre, los políticos tienen otra oportunidad de demostrar que han aprendido a pactar. Se espera que el Parlamento que salga de las urnas vuelva a estar dividido entre cuatro partidos fuertes.

En diciembre el Partido Popular (PP) ganó, como los sondeos apuntan que volverá a hacer hoy, pero no logró aliados para formar gobierno. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) tampoco y sólo tuvo el apoyo de la derecha reformista de Ciudadanos, que nadie espera que hoy consiga votos como para ser decisiva. “En esta ocasión parece que el PSOE decidirá quién gobierna”, explica Lluís Orriols, politólogo doctorado en Oxford y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. Si no hay mayorías, los socialistas deberán elegir entre dejar gobernar al PP o aliarse con Podemos, que además ha crecido al fundirse con la izquierda poscomunista (IU) y amenaza con adelantar al PSOE como segunda fuerza. Apoyar cualquiera de estos dos gobiernos es el suicidio a ojos de muchos socialistas, a los que sólo un resultado milagroso libraría de sentirse entre la espada y la pared.

“El PSOE ha tenido un dilema estas elecciones”, explica Belén Barreiro, socióloga y directora de la demoscópica My Word: “Tenía tres bolsas de indecisos contradictorias: votantes que decían que elegirían entre ellos y el PP, Ciudadanos o Podemos. Por eso no ha querido definir con quién pactará”.

El PP presiona a los socialistas para formar una gran coalición estable ante los mercados. ¿Pero sería posible? “No sabemos a qué estaría dispuesto el PP para lograrlo. Por ejemplo, si renunciaría a que Mariano Rajoy volviese a ser presidente”, dice Orriols. “Tampoco está claro si el PSOE, de apoyar al PP, querría implicarse en estas decisiones o sólo se abstendría para desbloquear la crisis de gobernabilidad”.

El pacto de izquierdas también requeriría sudor. Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Iglesias (Podemos) no consiguieron entenderse antes porque Podemos exigió enfrentar la crisis de Cataluña, preferentemente con un referéndum sobre la independencia. “El problema catalán volverá a ser importante”, cree Orriols.

Expertos coinciden en que la confluencia de IU y Podemos permitió a este último sumar muchos votos y ganar una imagen más amable gracias a la incorporación de Alberto Garzón, líder de IU y uno de los políticos más apreciados del país.

Dos eventos marcaron la campaña: El primero, que unas grabaciones revelaron que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz (PP), conspiró para implicar judicialmente a políticos independentistas. El segundo, el referéndum en que los británicos decidieron salir de la UE y que Rajoy aprovechó para abogar por un voto a “la estabilidad”. Pero Barreiro cree que eso no condicionará el resultado electoral, que dependerá de los asuntos domésticos. Si los partidos vuelven a no ponerse de acuerdo, flota el fantasma de unas terceras elecciones. “Lo veo difícil”, dice Lluís Orriols: “La ciudadanía castigaría a quien las forzase”.

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