Madrid.— La política británica se encuentra en una crisis existencial tras el asesinato de la diputada laborista Jo Cox. La brutalidad del crimen hizo que la campaña sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea (Brexit) se suspendiera ayer por segundo día. Mientras se debate sobre los posibles nexos del agresor con la extrema derecha, los diputados se preocupan por su seguridad en un país donde la política se hace puerta a puerta.
David Cameron, primer ministro, y Jeremy Corbyn, jefe de los laboristas, acudieron juntos al homenaje a Cox en su distrito de Birstall, al norte de Inglaterra. Fue a pocos metros de allí donde la diputada de 41 años y ex trabajadora de una ONG recibió el jueves tres disparos y una docena de puñaladas cuando acudía a un encuentro con votantes en la biblioteca. El hombre de 77 años que resultó herido al intentar defenderla se encuentra estable en el hospital, según la policía.
La investigación sigue dos pistas sobre el sospechoso, Thomas Mair (52 años), arrestado a los pocos minutos del crimen: su salud mental y sus nexos con la extrema derecha. Se parte de la base de un “ataque aislado, pero dirigido”, indicó. Mair fue acusado en las primeras horas de hoy de asesinato, daño corporal agravado y posesión de arma de fuego con intención de cometer un crimen, entre otros cargos, y se prevé que hoy mismo sea presentado ante la corte.
Dos testigos coinciden en que Mair atacó a Cox al grito de: “Britain first” (“Gran Bretaña primero”), que es a la vez una consigna nacionalista y el nombre de un partido neofascista: Britain First, que ha condenado el asesinato; sin embargo, su odio a los políticos que representan a la izquierda, como Cox, es explícito.
El hermano de Mair declaró que éste tenía problemas sicológicos. Pero la policía anunció que los motivos políticos son “la línea de investigación prioritaria”. En el registro de la casa de Mair, según The Guardian, los agentes encontraron textos de extrema derecha. Una asociación de defensa de los derechos civiles de Estados Unidos, Southern Poverty Law Center, publicó facturas que revelan que Mair compró libros a un partido neonazi de EU. Entre ellos había manuales sobre cómo construir una pistola casera. Con esta arma rudimentaria podría haber atacado a Cox, según algunos testigos.
Diarios británicos revelaron que la diputada, madre de dos hijos, estaba preocupada porque recibía amenazas desde hacía tres meses. Por ello, la policía detuvo a un sospechoso, que no era Mair. Otros legisladores anunciaron ayer que también están siendo amenazados. Cameron declaró que el país estaba conmocionado. Recordó que “miembros del Parlamento están en la calle, accesibles al público para dar explicaciones. Así es como murió Jo Cox... Haciendo su trabajo”.
En Reino Unido, cada uno de los 650 parlamentarios representa a uno de los distritos electorales del país. Los diputados tienen un vínculo muy estrecho con los votantes de esa circunscripción. Algunos de los legisladores anularon ayer sus encuentros habituales con votantes y otros los celebraron por primera vez con medidas de seguridad y expresaron su angustia porque esa relación tan cercana pueda enrarecerse.
Stephen Timms, diputado laborista apuñalado por uno de sus representados en 2010, llamó a “no tirar por la borda la imprescindible accesibilidad a los ciudadanos que forma parte de la esencia de la democracia británica”.
Con la campaña detenida del referéndum del 23 de junio sobre si Reino Unido permanece en la Unión Europea (UE) o no, ningún partido quiso opinar sobre cómo afectará en el voto la muerte de Cox, defensora de quedarse en la UE. Sólo la canciller alemana Angela Merkel declaró: “Las exageraciones y radicalización del lenguaje no favorecen a crear una atmósfera de respeto”.