El presidente de España, Mariano Rajoy (PP), Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesias (Unidos Podemos) y Albert Rivera (Ciudadanos) se comprometieron ayer a que se forme un Gobierno tras las elecciones del 26 de junio, a diferencia de lo que pasó en las últimas, en diciembre, tras el fracaso de todas las negociaciones. Éste fue el mensaje principal de un debate bronco, el único que habrá entre los líderes esta campaña, y que se centró en la economía, la corrupción y los posibles pactos.

El enfrentamiento televisivo arrancó como un ataque en bloque contra Rajoy y sus políticas de recortes sociales y austeridad. Sin embargo, a medida que pasaban los minutos, el presidente consiguió que los partidos de izquierdas se enzarzaran entre sí y que Albert Rivera atacase a Podemos asociándolo con la Venezuela de Maduro y la crisis de Grecia, donde gobierna la izquierda.

Rajoy intentó fortalecer su imagen de presidente y se dirigió a los tres opositores como un bloque con poca experiencia que “comparte una visión bastante triste de su país” . “Quería decirle a mis compañeros que gobernar no es fácil”, repitió.

La base del discurso del presidente fue que los problemas de España se arreglan creando empleo, y pasó por encima de las acusaciones de haber recortado los programas sociales y haber permitido tasas de corrupción inauditas. “Todas las políticas deben de ir orientadas en la misma dirección a crear los dos millones de puestos de trabajo”, insistió. Rajoy consideró que las reformas están fructificando, y por eso insistió en “perseverar en las políticas llevadas a cabo”.

Enfrente, Pablo Iglesias apostó por un cambio radical de rumbo: por “salir de la crisis con políticas expansivas, no recortes” y por convencer a Europa de que se debe reducir el déficit a un ritmo menor, citando el ejemplo de Barack Obama en Estados Unidos y las políticas de aumento del gasto recomendadas por la OCDE.

Pedro Sánchez, que en las anteriores elecciones pagó su exceso de agresividad al llamar “indecente” a Rajoy en un debate similar, mantuvo un tono rebajado con el presidente. Con la amenaza que supone para los socialistas la emergencia de Podemos, que en las encuestas desplazan al PSOE a la tercera posición, se centró en animar a votar a su electorado, y recordó una decena de veces que en la breve legislatura anterior podría haber sido presidente si PP y Podemos no hubieran votado contra su investidura.

“El adversario es Rajoy, Pedro. No yo”, musitaba Pablo Iglesias a los repetidos reproches del líder socialista. Iglesias repitió que mantenía “la mano tendida” al PSOE. La estrategia del líder de Podemos anoche anunció la que será durante el resto de la campaña, y se basó en pedirle a Sánchez que se comprometa a pactar con su partido tras las elecciones y no con el centro-derecha. Por eso, a diferencia de Sánchez, el candidato de Podemos evitó todo choque directo con la otra formación de izquierdas, e insistió en que solo hay dos opciones: “O sigue gobernando el señor Rajoy o nos ponemos de acuerdo el PSOE y Unidos Podemos”.

Sánchez evitó definirse del todo sobre esos pactos poselectorales pero, sin afirmar si lo hará con Podemos, aseguró que nunca apoyará un Gobierno de Rajoy. Ajeno a este mensaje, el presidente en funciones dijo que su objetivo es hacer “lo que se hace en toda Europa: una coalición entre grandes fuerzas moderadas y sensatas”.

El otro momento caldeado del debate llegó cuando se abordó el bloque de corrupción, que los españoles consideran el segundo problema de la nación. Rajoy de nuevo tuvo que ponerse a la defensiva por su apoyo a la ristra de políticos del Partido Popular acusados de delitos. Rivera, el más agresivo en este tema, insistió en que, tras los escándalos en su formación, Rajoy ha quedado “sin autoridad moral para liderar la regeneración de España” y que debería dar un paso atrás. Ésa la línea principal de la campaña de Ciudadanos: mostrarse como un partido moderado, preocupado por los intereses de los jóvenes y los empresarios, y dispuesto a pactar tanto con el PSOE como con el PP un programa reformista, pero sólo si Rajoy no lidera el Gobierno.

Otro de los elementos reseñables ayer fue que, a diferencia de lo que ocurrió tras las elecciones de diciembre, donde la posibilidad de un referéndum independentista en Cataluña fue una de las barreras insalvables en las negociaciones entre el PSOE y Podemos, anoche el tema nacionalista ocupó muy poco espacio en la discusión.

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