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La gigantesca aseguradora francesa Axa anunció el pasado lunes que dejará de invertir mil 800 millones de euros en empresas tabacaleras. La noticia supone un duro golpe para la industria, tanto en sus finanzas como en su imagen, y es uno más entre los recibidos en los últimos días en la Unión Europea, que en su lucha contra el humo ha incorporado la valiosa ayuda de los jueces.
La semana pasada los tribunales británicos desestimaron la demanda de las cuatro mayores compañías de tabaco del mundo. Éstas habían recorrido la imposición en las islas a partir del 20 de mayo del empaquetado genérico, pero los juzgados avalaron que Reino Unido haga obligatorias las cajetillas sin ningún elemento distintivo de la marca (sólo su nombre), impresas en color caqui Pantone 448C —considerado por un panel de expertos el menos atractivo del mundo— y con grandes fotos que retratan las secuelas físicas del tabaquismo.
La medida ya funciona en Australia y se implantará de inmediato en Francia, con varios países europeos más pendientes de aprobarla, como Hungría, Noruega o Eslovenia.
“Son políticas que estigmatizan al consumidor”, explica desde Reino Unido Davis Clark, presidente de la asociación de fumadores Forest.
La decisión de Axa, que se basa en que “el costo humano del tabaco es trágico”, al causar 6 millones de muertes al año, ha sido interpretada por muchos fumadores como un ataque de “moralina”. “Axa debería de recordar que la libertad de elección y la responsabilidad personal son factores esenciales en nuestra sociedad”, se queja Clark.
Pero la tendencia en Europa parece imparable. El mismo viernes, tras un fallo positivo del Tribunal de Justicia de la UE, entró en vigor en toda la Unión Europea una directiva que termina con los tabacos con sabor a fruta o chocolate (sólo se salva el mentolado, que no morirá hasta 2020); también prohíbe las cajetilla con menos de 20 cigarros y regula con más severidad el cigarro electrónico. Además, la UE exigirá que todos los paquetes dediquen 65% de su superficie a denunciar los efectos del tabaquismo (antes era 45%).
“Un paquete de cigarros es parte de la vestimenta de un fumador, y cuando éste entra a un bar y lo deja sobre la barra, está diciendo algo sobre él”, explica el diseñador de empaques de tabaco John Digianni, en Tobacco Today, una web de la industria citada por el diario británico The Guardian. Pero con el empaquetado genérico y las fotos de bocas tumefactas, los tiempos del glamur asociado al tabaco parecen terminarse.
En su lucha para evitarlo, las grandes tabacaleras han invertido millones de euros en estos juicios; sin embargo, en una condena suplementaria, los procesos suponen un gran desgaste de su imagen, con peritajes que demuestran que los empaques atractivos son un incentivo para que los niños sientan curiosidad por éstos.
“Litigios va a haber, porque la industria tiene muchísimo dinero y va a intentar frenar todas las medidas contra ella”, explica Francisco Camarelles, médico y vicepresidente del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo de España.
Agrega: “Ellos argumentan que les expropian su derecho a la marca, pero el derecho a la salud es superior, y estamos hablando de que uno de cada dos fumadores muere por una enfermedad relacionada con el tabaquismo. En ese contexto, es claro que el tabaco no es una industria ética y está bien que empresas como Axa no inviertan en un negocio mortífero”.
Ahora queda por ver cuál será la efectividad de las medidas. El empaquetado genérico no ha reducido significativamente la cantidad de fumadores en Australia desde 2012, aunque algunos expertos aseguran que, a medio plazo, hará más difícil que los niños adquieran el hábito.
Canadá es otro caso interesante: según las estadísticas de salud del país, los fumadores, que constituían 50% de la población en 1965 pasaron a ser apenas 18%. No obstante, en el país se debaten nuevas medidas para evitar que esa tasa de fumadores baje aún más, para lo cual no sólo se plantean nuevas medidas impositivas, una legislación más fuerte y mejores programas de prevención del tabaquismo: el gobierno canadiense también estudia la institución del empaque plano (sin logos y adornado con imágenes poco alentadoras sobre los efectos del tabaco).
En cuanto a la medida de Axa y la posibilidad de que desencadene un efecto de contagio entre otras compañías financieras, sus detractores también plantean dudas: “Este primer anuncio de Axa conseguirá titulares, pero los siguientes lograrán menos, así que no creo que se convierta en una tendencia”, opina David Clark.