Hillary Clinton ya tiene un trabajo para su esposo si la aspirante demócrata logra llegar a la Casa Blanca: la economía.
Frente a un entusiasta grupo en un jardín en Fort Michell, Kentucky, el fin de semana, Clinton juró poner a su esposo —quien ganó en ese estado en 1992 y 1996— "a cargo de revitalizar la economía".
Clinton ofrece pocos detalles sobre lo que el ex presidente hará, aunque ya había comentado que su esposo se enfocaría en comunidades empobrecidas como aquellas en la región del carbón. Al preguntarle si tendría un puesto en su gabinete, meneó la cabeza y dijo que no.
El vocero Nick Merrill comentó que Hillary Clinton se estaría adelantando si hablara de "algún puesto formalizado para cualquiera". Pero, agregó, Bill Clinton "tiene mucho que ofrecer y sería tonto no aprovecharlo hasta cierto nivel".
Sería un puesto un poco sorprendente para el ex presidente, quien con frecuencia es culpado de supervisar la desregulación económica que llevó al país a la recesión. Pero Hillary Clinton espera que los electores, sobre todo en lugares empobrecidos como West Virginia y Kentucky, recuerden las épocas de prosperidad de su gobierno.
Clinton con frecuencia recita las estadísticas de la época de su esposo en la Casa Blanca, al señalar un crecimiento económico que promedió 4%, un aumento en el ingreso familiar promedio y un déficit presupuestario que convirtió en superávit.
"Ya le dije a mi esposo que si tengo la fortuna de ser presidenta y él primer caballero, espero que se ponga a trabajar", dijo el lunes durante una cena en Paducah, Kentucky.
La cena estaba repleta de personas que recordaron con afecto visitas previas de la pareja. Bill Clinton hizo campaña en el pueblo antes de la elección de 1992 que lo hizo presidente.
Joanne Clark, de 54 años de Paducah, exclamó que le había dado la mano a Bill Clinton entonces. HillaryClinton comentó: "¡Él tiene que salir del retiro!".
El camino a la Casa Blanca de Bill Clinton pasó por el sur, en donde atrajo a votantes indecisos en lugares como Kentucky y West Virginia. Su esposa arrasó en las primarias del 2008 en los tres estados, contra el entonces senador de Illinois, Barack Obama.
Pero este año batalló para conectarse con esos votantes, quienes se han visto atraídos por los populistas mensajes económicos del rival Bernie Sanders y el favorito a la nominación republicana, Donald Trump.
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