“Una amenaza de tentáculos extendidos”

Si bien la yihad ha echado profundas raíces en Bélgica a causa de la negligencia y de subestimar su poder, sería injusto señalar al reinado como el responsable de la amenaza terrorista que acecha a toda Europa, afirma en entrevista con EL UNIVERSAL Mark Singleton, director del Centro Internacional de Lucha contra el Terrorismo (ICCT por sus siglas en inglés) con sede en La Haya.

¿Los ataques en Bruselas nos recordaron que Bélgica continúa representando un problema de seguridad particular para Europa?

—Es cierto que Bélgica tiene un gran problema, pero no quisiera excluir a otros países por el hecho de que hasta ahora no han sido blanco de terrorismo. Se trata de un problema a escala europea, no todo tiene su origen en Bélgica, tiene tentáculos en otros países.

Medios anglosajones se refieren a Bélgica como el “Estado fallido” más próspero del mundo. ¿Comparte la lectura?

—Bélgica tiene problemas, probablemente mucho más que otros países, pero considerarlo como un Estado fallido suena más a retórica de candidatura presidencial. Sus problemas son muy serios, agravados por tener una arquitectura política que no fomenta la cooperación, ya sea por división lingüística [entre francés, holandés y alemán] o por la fragmentación originada por su estructura política [local, municipal, regional y federal]. Si a esto sumamos que Bruselas es una ciudad muy complicada para gobernar, la situación es aún peor. Bélgica, más que otro país, limitó los recursos a su policía y servicios de inteligencia, y hoy está sufriendo las consecuencias.

Pero los ataques evidenciaron no sólo la deficiencia de los servicios de seguridad, también la existencia de un ecosistema que simpatiza con células terroristas y les permite operar en el corazón de Europa.

—Así es, no sólo no puso a disposición los recursos suficientes, desatendió, como Francia y otros, el tema de la integración. Es una sociedad muy dividida, y lo que vemos en comunas [de Bruselas señaladas como guaridas de la yihad] como Molenbeek o Schaarbeek es resultado de décadas de desatención y respuestas inadecuadas. Eso hace que hoy Bélgica sobresalga del resto.

¿Cómo es posible que en Bruselas los terroristas puedan esconderse durante meses sin ser identificados?

—Ese es el problema más grave. Demuestra que las autoridades belgas no tienen suficiente presencia en esa parte de la ciudad, ni han atendido a esas comunidades durante años. Si le rascamos, nos daremos cuenta cómo los belgas hacen política: muchas promesas, poca acción. Como resultado de la desatención, estamos presenciando una simbiosis entre crimen y un nivel de radicalización en el que están dispuestos a suicidarse. Es una evolución muy preocupante a la cual tiene responder no sólo con más policía, sino atacando las raíces de la desunión.

Después de los ataques en Verviers en enero de 2015, el gobierno belga anunció 12 medidas de seguridad y, tras los ataques de París, otras 18 iniciativas. ¿Por qué no se han implementado? ¿Cuál debería ser la prioridad?

—Anunciar medidas es la parte fácil, implementarlas es mucho más difícil; y esto tiene que ver con que la policía no tiene suficiente personal y padece de un problema estructural de reclutamiento. Hay que tener inteligencia y presencia policiaca en las comunas en donde no está presente; hay que tener un mando único de coordinación y control y construir confianza con la comunidad, cumpliendo promesas y mostrando a los migrantes de segunda y tercera generación que tienen los mismos derechos y privilegios que el resto. Hay que acabar con la segregación con acciones concretas y no sólo con discursos.

Si es un problema europeo y no sólo belga, ¿entonces llegó el momento de crear un FBI europeo?

—No está en el contexto político actual la posibilidad de otorgarle más poderes a Bruselas, pero para enfrentar esta amenaza debemos mirar más allá de nuestras fronteras nacionales, las cuales son las de Grecia y España, y no las existentes entre Bélgica y Francia. Necesitamos más Europa, pero la tendencia entre los campos populistas es reducir la influencia de Bruselas sobre nuestra seguridad.